En junio del año pasado, Miguel Ferrari y todo el elenco de Azul y no tan rosa estuvo en el Festival de Cine Venezolano, en Mérida.. El cineasta estaba feliz de poder conversar sobre un proyecto que le costó tanto sacar adelante, pero que aún sigue rindiendo frutos, publica Correo del Caroní.
“Es muy difícil hacer cine, de verdad, es una tarea titánica”, aseguró el director. “Pero creo que debemos darnos con una piedra en los dientes porque tenemos una ley (de cine) maravillosa, y quiero darle las gracias a esa generación de cineastas que trabajaron tan duro para que nosotros podamos disfrutar de eso”.
El domingo en la noche, Venezuela se llenó de orgullo cuando Miguel Ferrari puso sus manos sobre la estatuilla de los premios Goya. Un segundo galardón que es recibido con alegría dentro del cine venezolano, después de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián que recibió Mariana Rondón por Pelo Malo.
Palabras de triunfo “Este ha sido un año fantástico para Venezuela y para el cine, este es nuestro pequeño grano de arena para sacar a nuestro país adelante”, dijo el cineasta en España. “Estoy emocionadísimo por darle esta alegría a mi país, en medio de tantas dificultades, estas buenas noticias hacen mucha falta”.
En su discurso de aceptación, el director no dudó en resaltar lo agradecido que está con el Centro Autónomo Nacional de Cinematografía (CNAC) y, por supuesto, con sus actores quienes “se atrevieron a hacer esta película, a ponerle voz y corazón a unos personajes y personas que no se interpretan por prejuicios y tabúes”.
La película compitió con La jaula de oro, de México; El médico alemán, de Argentina; y Gloria, de Chile.
Este es el primer Goya que obtiene Venezuela, hasta ahora solo se habíalogrado nominaciones, la última fue en 1999, con Amaneció de golpe, de Carlos Azpúrua.