Bajo el clima de alta conflictividad que acecha al país, las malas decisiones políticas tienen un alto costo. Los actores gubernamentales deben tomar conciencia que si no detienen la gran vorágine de problemas que les quitan el sueño a todos los venezolanos sus días como grandes “zares socialistas” están contados.
La desesperación es mala consejera y Maduro, tal vez presionado por Diosdado, ha estado dando palos de ciego para tratar de detener las protestas sociales. Si él fuese un político avezado se daría cuenta que el camino de la represión es el camino de su perdición. Quién sabe que hay tras corrales y quienes lo azuzan para luego echarle toda la culpa.
Como lo señaló a medias Dieterich este régimen tiene los días contados si no sabe cómo enfrentar la terrible crisis económica que le ha caído encima. La inflación cabalga libremente y a ella se le une un desabastecimiento cada día más preocupante. La inseguridad ahora es total ya que los demonios andan sueltos y libres por las calles del país y se sienten autorizados a matar a quien se les atraviese por delante.
Lo único peor, que aún puede ocurrir, es que el país entre en cesación de pago. Las posibilidades de recurrir al endeudamiento para cubrir las necesidades perentorias se han agotado y las condiciones que le ofrecen al gobierno son aún peores a las que tuvo Grecia en plena crisis financiera.
Si Maduro no termina de entender que debe dialogar de verdad y rectificar esta desastrosa política económica y liberar a los presos políticos sus días estarán contados porque en su propio entorno habrá más de uno dispuesto a transformarse en el salvador de la patria.