Las muertes, la represión y las detenciones aumentan, pero no hacen retroceder a las protestas
El liderazgo opositor llama a seguir protestando en forma pacífica
Continúa el país afectado por una ola de protestas. Ni la fuerte e indiscriminada represión de los órganos de seguridad del estado, ni las detenciones, ni la ilegal actuación de los grupos paramilitares y grupos oficialistas de choque han podido frenar, y mucho menos contrarrestar, el descontento y las protestas que se escenifican en las principales ciudades del país.
Guarimbas vs protestas pacíficas
Hemos podido observar claramente dos tipos de protestas. Unas pacíficas, liderizadas básicamente por estudiantes pero a las que se han ido sumando ciudadanos de diferentes sectores y en los últimos días factores sociales y políticos, y otra de corte más violento, con muestras evidentes de vandalismo unas, o las llamadas guarimbas que ya suman una víctima mortal, y esa es la máxima expresión de violencia.
En efecto, el pasado jueves 20, falleció un ciudadano, Santiago Pedroza de 29 años de edad, cuando trató de pasar con su moto por una de esas barricadas ubicadas cerca de su domicilio. Una guaya, convenientemente -o más bien inconvenientemente- colocada en dicha guarimba, fue la causante de su muerte.
Hemos venido diciendo que este tipo de protestas, donde un grupo de vecinos -o no vecinos- trancan una calle con barricadas de escombros y basura prendida en fuego, y se retiran luego a sus casas, no conducen a nada y no tienen, además, contenido reivindicativo, más allá de expresar descontento, frustración y desesperación. En líneas generales, aunque numerosas, vistosas y efectivas en afectación, este tipo de protestas no recibe el apoyo de la mayor parte de la población -los que apoyan y no las actuales protestas-, que se queda en sus casas. Más bien observamos desaprobación de muchos vecinos que ven imposibilitado su derecho a la libre circulación para entrar y salir de sus casas.
En contraposición tenemos que reseñar innumerables manifestaciones de corte pacífico que se han dado en muchas ciudades de Venezuela. Muchas de ellas han sido duramente reprimidas y dispersadas por las fuerzas represivas, básicamente la GNB, la Policía Nacional Bolivariana y algunas policías regionales haciendo un uso irracional de armas (permitidas o no para el control de manifestaciones) y causando víctimas mortales y heridos entre los ciudadanos que protestaban. Igualmente ha sido notoria la actuación de grupos paragubernamentales armados actuando en el control de dichas manifestaciones y amedrentando a la población, incluso, cuando no participa directamente en las protestas, cuando entran en centros residenciales disparando y destruyendo carros, etc.
La oposición trata de reconducir la protesta
El pasado sábado 22, el liderazgo opositor convocó a marchas y concentraciones en varias partes del país contra la represión y en contra del paramilitarismo. Tras una semana, hay que decirlo, de tensión y sangrienta, con múltiples protestas de todo tipo (pacíficas, reprimidas, violentas y guarimbas), los liderazgos opositor y estudiantil llamaron a la calle a protestar pacíficamente. La respuesta a la convocatoria fue abrumadora y puso en evidencia algo que nosotros hemos reseñado constantemente: el 98% de las protestas que se realizan en Venezuela son pacíficas. Ese es el mensaje principal que debe leer el gobierno y fue, por cierto, el eje principal del discurso de los líderes opositores en la jornada del sábado: hay motivos para protestar y se debe seguir protestando en forma pacífica. Es decir, hacen suyo el lema “la protesta pacífica es un derecho” y llaman a la población a ejercerlo.
El gobierno debe saber leer bien este mensaje. Continuar con la represión y la violencia, visto lo visto, no va a reducir el descontento y las protestas, tal y como hemos podido comprobarlo en los últimos 12 días.
Impunidad
Observamos con preocupación cómo la agenda política de quienes detentan el poder sigue imponiendo la línea de acción al resto de los poderes, los funcionarios de los poderes públicos se dedican más al discurso político que a las labores inherentes a sus cargos. Son los funcionarios del ejecutivo nacional y ejecutivos regionales, muchas veces acusados de algunas de las irregularidades, los que llevan la voz cantante respecto a los casos de asesinatos y violencia en un país en el que además no podemos decir goza de normalidad en cuanto a la libertad de expresión y derecho a la información se refiere. Es decir, todos los elementos necesarios para que la impunidad prevalezca, de nuevo, están servidos en la mesa.
ConflictoVe Fuente:TalCual, 24 de febrero de 2014, pág 7
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