La madrugada del sábado 22 de febrero, soldados de la Marina mexicana daban caza en un apartamento de Mazatlán, en la costa del Pacífico, al noroeste de México, a Joaquín Guzmán Loera (57 años), conocido como «El Chapo» y capo del cártel de Sinaola. Era el mayor narcotraficante del mundo y el hombre más buscado del planeta desde que murió Osama Bin Laden en mayo de 2012. En los últimos días, «El Chapo», llamado así por su corta estatura, dormía intranquilo. Había perdido a su cómplice más cercano, Daniel Fernández «El Pelacas» (48), capturado en Puebla el 12 de febrero, y buscaba apoyo para escapar de la ciudad. abc.es
Cuando dos miembros de las fuerzas especiales de élite entraron en el dormitorio del capo, se encontraron con Emma Coronel Aispuro (24 años), tercera esposa de «El Chapo». Medio dormida, llena de pudor y suplicando que no la tocaran, dijo que estaba sola. Su marido, sin embargo, ya no podía escapar a ninguna parte.
La última mujer que estuvo con Guzmán antes de su arresto se hizo famosa en 2006, cuando a los 17 años ganó el concurso de belleza de la Feria del Café y la Guayaba, en Durango. Apenas un año más tarde, esta miss de metro setenta se convirtió en la nueva compañera de Joaquín Guzmán Loera, tras Griselda López Pérez, quien le dio cuatro hijos, y Alejandrina María Salazar, casada con el narco en 1997 y madre de otros tres vástagos.
Hija de Inés Coronel Barrera, detenido en abril de 2013 en Agua Prieta (Sonora) por tráfico de marihuana, y sobrina de Ignacio «Nacho» Coronel, otro prominente narcotraficante, Emma Coronel vino al mundo justo al otro lado de la frontera, en Estados Unidos, lo que le permitía cruzar de un lado a otro sin levantar sospechas. De hecho, sus dos hijas gemelas nacieron en el hospital Antelope Valley, a las afueras de Los Ángeles, el 15 de agosto de 2012.
La historia de Emma, pues, es similar a la de otras tantas jóvenes mexicanas. Un concurso de belleza las convierte en celebridades, un hombre poderoso se fija en ellas y consiguen todo lo que desean: cariño, dinero, hijos… Ellas les abren su corazón sin tener en cuenta sus turbios negocios.
Tras la puerta del baño
El 22 de febrero, tras irrumpir en la habitación conyugal, mientras la encañonaban, Emma insistía en que estaba sola y rogaba que la dejaran en paz. A escasos metros, el narcotraficante permanecía agazapado tras la puerta del baño. «Está bien», dijo finalmente Guzmán Loera y se entregó a los soldados. En la habitación adyacente, las dos niñas dormían plácidamente en sus cunas. Los días de libertad de su padre habían llegado a su fin. Estados Unidos ha pedido su extradición, aunque antes será juzgado en México por sus múltiples fechorías.
Mientras tanto, Emma Coronel ya ha sido interrogada y puesta en libertad. Regresa a casa con sus hijas, pero sin la compañía del hombre que le hizo sentir como una auténtica reina.