Un año después de la muerte de Hugo Chávez, la economía venezolana lucha con una inflación que está entre las más altas del mundo, un desabastecimiento crónico de bienes básicos y una escasez de dólares que proyectan un cono de sombras sobre el futuro del país. Inés Guzmán/EFE
Durante sus casi 14 años en el poder, Chávez monopolizó la agenda política y manejó de forma casi personal los hilos de la economía, tras encabezar un histórico proceso de transformaciones para llevar a Venezuela hacia el “socialismo del siglo XXI” con el apoyo de unas arcas llenas gracias al auge del precio internacional del petróleo.
“Chávez tuvo la enorme suerte de que se dio este auge en los precios petroleros que lo favorecieron enormemente; muchos de los errores en política económica se pudieron enmascarar gracias a esto”, dijo a Efe el economista Francisco Ibarra, de la consultora Econométrica.
A su muerte, Chávez dejó una economía con una fuerte intervención estatal tras la expropiación de cientos de empresas y tierras agrícolas, junto con una intrincada amalgama de controles sobre vastos sectores productivos que según empresarios y economistas empezaba a mostrar señales claras de agotamiento.
La muerte del carismático presidente el 5 de marzo de 2013 tras batallar desde mediados de 2011 contra un cáncer, sumió a Venezuela en un período de luto y paralizó la discusión de problemas económicos que un año después se han convertido en una bomba de tiempo en las manos de su sucesor, el presidente Nicolás Maduro.
A poco de asumir la Presidencia en abril del año pasado entre interrogantes sobre su ajustada victoria, Maduro debió enfrentar varias urgencias económicas, entre ellas una ola de escasez de productos de consumo masivo producto del atraso en la entrega de dólares a los importadores.
Desde entonces, la situación de desabastecimiento no ha hecho más que empeorar, llegando a un punto tal que según cifras del Banco Central casi uno de cada tres productos medidos en el país no pueda ser hoy adquirido o sustituido.
“El Gobierno de Maduro heredó las consecuencias del modelo económico aplicado por Chávez, lo cual le ha sido una camisa de fuerza porque no tiene manera de culpar al régimen anterior de la gravedad de la situación que tiene hoy la economía”, dijo a Efe el economista Asdrúbal Oliveros.
La inmediata convocatoria a elecciones tras la muerte de Chávez empujó al país hacia otro proceso electoral que volvió a dejar en un segundo plano la toma de decisiones económicas necesarias pero impopulares, como un enfriamiento del gasto público que ayudara a frenar la aceleración de la inflación.
Este escenario se plasmó a lo largo del 2013 en una desaceleración en la tasa de crecimiento económico, en una inflación disparada hasta cerrar el año en un 56 % y en una rápida ampliación de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el ilegal paralelo.
Maduro ha respondido denunciando una guerra económica librada por la oposición en alianza con las cámaras empresariales, aunque al mismo tiempo abrió la puerta a una reforma del control de cambios que rige en el país desde hace 11 años, considerado por muchos economistas como una de las causas de los desequilibrios de la economía.
También lanzó una ofensiva contra la inflación con la intervención de comercios de electrodomésticos y la orden de bajar los precios de todos los productos de los comercios, después de denunciar ventas con márgenes de ganancia del 1.000%.
Entre acusaciones a los empresarios de “chuparle la sangre a los trabajadores”, se blindó con poderes especiales para legislar durante un año sin control legislativo y promulgó una ley de precios justos que regula los márgenes de ganancias de los comerciantes y establece duras sanciones para quienes acaparen productos o especulen con su precio.
A ojos del economista y analista político Luis Vicente León, un año después de la muerte de Chávez “la relación con el sector privado empeoró y la economía tiene una crisis dramática”.
Para León, Maduro ha profundizado los controles y las políticas intervencionistas de su antecesor con resultados inciertos.
Y a la incertidumbre económica se suma ahora una ola de protestas en todo el país contra el Gobierno que amenazan con postergar aún más las medidas necesarias para sacar a la economía del atasco.