Después de que su artículo anónimo causó revuelo en las redes sociales, el autor de ‘Sobre el 23 de Enero’ da su primera entrevista.
Hace unos días, en medio de las protestas y el caos en el que está sumido el país, comenzó a rodar por las redes sociales un artículo titulado Sobre el 23 de Enero. En poco tiempo se volvió viral y recibió cientos de comentarios. En el artículo, publicado en el blog Panfleto Negro, un residente del 23 de Enero cuenta lo que ve en su vecindario y trata de explicar por qué esa misma gente que salió a las calles en el Caracazo, no está dispuesta a salir ahora. El autor solo firmó como “Anticiudadano”, pero en realidad se llama Víctor Becerra, tiene 29 años y estudia Psicología en la Universidad Central. En esta entrevista explica ampliamente sus opiniones sobre la situación de Venezuela y ofrece una alternativa para lograr un cambio.
¿Cómo ves la cosa en Caracas estos días?
Victor Becerra: Yo veo la cosa tranquila, pero hay cierta tensión en el ambiente, todo el mundo parece a la expectativa de cómo se van a resolver las cosas. En el 23 la gente continua con sus actividades normales, está pendiente de sus problemas diarios, pero en las noches hay cacerolazos, gente que sale a marchar por uno u otro bando. Pero no muestran su opinión política públicamente en la zona, principalmente para evitar conflictos.
Cuando dices “ver cómo se van a resolver las cosas” ¿es porque ya les da igual cómo se resuelva, con tal de que se resuelva?, ¿o la gente sí sabe qué desenlace quiere y trabaja por él?
VB: Yo veo a mucha gente reuniéndose, trabajando y buscando espacios de organización. Pero fuera del 23. La gente en el 23 no parece esperar un desenlace específico. Es más una actitud de: “Vamos a ver qué pasa”.
¿Eso implica que así como no van a hacerse matar por marchar con la oposición, como decías en tu artículo, tampoco van a salir con capa y espada a defender al gobierno?
VB: Es que en realidad no hay un sólo bloque de Chavistas. Por un lado están los grupos verdaderamente radicales, los llamados “colectivos”, cuya actitud es “vamos a defender la revolución como sea”. Sin embargo, ese mensaje ya no suena tanto cómo cuando estaba Chávez. De hecho, ya no suena tanto en las radios comunales.
La verdad es difícil tratar de explicar de dónde sale la postura de estos colectivos. Ellos también, y sé que suena complicado, son diversos. Por un lado están los viejos luchadores de izquierda, que sienten este gobierno como una victoria, como algo suyo que tienen que cuidar y defender. Por otro lado, están los que defienden un estilo de vida que han conseguido a través de favores de la revolución. Gente que quizás cuida su pellejo. No quieren perder las libertades que les brinda el no estar vigilados por la policía, contar con la aprobación tácita del gobierno. Básicamente, hacer lo que les da la gana y que el gobierno no diga que está mal.
Escribiste en tu artículo: “Lo que mantiene a esta gente aguantada en sus casas es el miedo. Pero el miedo a que el mercal no venga más el viernes ni ningún otro día. Que papá y mamá se queden sin trabajo porque fueron a protestar contra el gobierno”. ¿Esto implica que tenemos un gobierno que nos mantiene secuestrados, extorsionados a través del miedo?
VB: Yo no diría secuestrados, pues muchos del 23 no se sienten privados de libertad. Lo que sí se siente, efectivamente, es una suerte de extorsión. Como si nos estuvieran diciendo: “Si te manifiestas en mi contra, eres un ingrato y se acabaron los beneficios”.
Hay una incapacidad de la oposición de conectar con la gente de zonas populares. En contraste, ¿la presencia del gobierno sí se siente mucho en esas zonas?
VB: No podemos hablar de una verdadera presencia del gobierno. Tenemos consejos comunales, actividades, Barrio Adentro, en fin, mucho color rojo, pero no hay autoridades como tal o instituciones formales. La presencia es meramente simbólica. El mismo Chávez vino un par de veces cuando hubo problemas con las lluvias que tumbaron casas, se llevó damnificados, fungió como un padre responsable, pero ya eso no sucede. Y el hecho de que hayan puesto el cuerpo de Chávez en el llamado Cuartel de la Montaña (aquí en el 23) es un ejemplo. En mi opinión quiere decir: “Chávez siempre va a estar con ustedes y siempre los estaremos cuidando”. Aunque realmente no sea así.
¿Hay quienes siguen viendo a los líderes de la oposición como equivalentes a los de Copei y AD?
VB: El gobierno ha tratado de vender la imagen de la oposición como una continuación de estos partidos, que definitivamente tienen una mala imagen en el 23. Sin embargo, a propósito de esa ausencia de Chávez y disminución de beneficios que te menciono, la gente ha ido cambiando su percepción de los candidatos. Lo interesante es que más allá de una percepción positiva de la oposición, lo que hay ahora es una percepción más negativa del gobierno. A pesar de una ausencia de los candidatos de la oposición en estos sectores, la gente se inclina hacia ellos porque son la única opción. Esto antes sencillamente no sucedía. Ahora sí y eso es notable.
Dices en el artículo que “esto es una lucha de los de arriba contra los de abajo” y que la gente no está dispuesta a “que usen la vida de uno como ejemplo para un montón de gente que ni siquiera sabe dónde queda la casa de uno”. Pero tú sí eres capaz de poner eso de lado y salir a protestar. ¿Cómo has hecho para comenzar ese diálogo, dejando de lado los resentimientos –muy válidos, por lo demás– de sentir que no le importas al de arriba?
VB: El resentimiento al que me refería en el artículo no es personal, es el que observo en muchos de mis vecinos. Considero que se debe a que el Chavismo construyó un discurso en base a las diferencias de clase y que aún lo usa para justificar sus faltas. Siento que problemas como escasez, inflación e inseguridad los vivimos todos por igual y el culpable realmente no es el burgués o el saboteador. Eso no tiene sentido.
Ahora, ¿cómo empezar a entablar el diálogo? Conociendo las distintas realidades que construimos a la luz de este proceso. Esto lo he hecho en espacios que me ha prestado la Universidad y he tenido la oportunidad de conocer muchísimos puntos de vista. A partir de estos puntos de vista y mi propia percepción de las cosas, surgieron las ideas que me hicieron escribir el artículo.
¿Ese diálogo es algo de los ciudadanos comunes o deben empezar los dirigentes políticos y liderar con el ejemplo?
VB: Yo pienso que hay que darles una lección a los partidos políticos. De lado y lado han estado obrando motivados a mantener el poder o a obtenerlo. Por eso en los partidos se pierde el sentido de la realidad que vive el pueblo al que quieren servir. La lección entonces sería que, con el diálogo, las realidades se aclaran, las diferencias se resuelven y la gente es capaz de movilizarse, ahí sí, buscando soluciones a necesidades claras. En efecto, de abajo para arriba y no al revés.
De hecho, estamos comenzando un grupo organizado bajo el nombre Generación del 14. Nacimos como un grupo de diálogo universitario que quiere extenderse a la sociedad civil. Queremos promover espacios donde las iniciativas individuales tengan un impacto colectivo a través del diálogo y el pensamiento crítico. Venezuela necesita gente que rompa las barreras de la intolerancia y el odio, estas diferencias de las que hablamos. Escribimos artículos en aras de la discusión y el debate, estamos interesados en visiones distintas a las que impone la polarización. La idea es que la gente se dé cuenta de que puede desarrollar sus propias iniciativas para contribuir con la situación, prescindiendo de los canales de un partido político.
Para contactar al movimiento Generación del 14 pueden escribir al correo [email protected]
Por Daniella Mendoza Villegas
Periodista de Revista Semana
Twitter: @DaniellaMV