Manal Asi y Christelle Abu Chacra son las últimas víctimas de la violencia de género en el Líbano. Sus casos han logrado romper el silencio que rodea a esta lacra en el país, donde la falta de legislación y el arcaico sistema religioso dejan a las mujeres desprotegidas.
Kathy Seleme/EFE
Aunque la Constitución libanesa estipula la igualdad de género, hasta 2011 las autoridades no abolieron el artículo del código penal sobre los crímenes de honor.
Además, un proyecto de ley aprobado por el Gobierno en 2010 sobre la violencia contra las mujeres sigue bloqueado en el Parlamento.
Las leyes discriminatorias de las distintas comunidades religiosas también agravan este problema, del que ni siquiera hay cifras oficiales de víctimas, aunque el balance se estima alto.
Todo ello ha influido en el tradicional apagón informativo sobre los casos de violencia de género. Sin embargo, esto ha cambiado con la muerte este mes de febrero supuestamente a manos de sus maridos de Manal, de 33 años y madre de dos niñas, y Christelle, de 31 y con un hijo.
La primera murió a golpes y la segunda probablemente envenenada. Su “culpa”: pedir el divorcio a causa del matrimonio del esposo con otra mujer o de los malos tratos. Sus relatos han sido recogidos por la televisión y los periódicos libaneses de un modo sin precedentes.
Según la exministra de estado Mona Ofeich, militante por los derechos humanos, “siempre ha existido la violencia hacia la mujer pero en la actualidad se ha roto el silencio”.
“Queda un largo camino por recorrer para llegar a la igualdad de género pese a los recientes progresos. Es inadmisible que la mujer no pueda transmitir la nacionalidad a sus hijos”, denunció en declaraciones a Efe Ofeich.
La activista y exministra consideró “un escándalo” el trato a la mujer en las leyes de las distintas comunidades religiosas y el hecho de que no exista una legislación igual para todas las confesiones.
En el Líbano coexisten 18 religiones y no hay un código civil para los ciudadanos, sino que estos deben seguir lo dictado por sus propias comunidades, que discriminan por ejemplo en el tema de la nacionalidad y el divorcio.
La analista y psicóloga Mona Charabati dijo a Efe que no habrá avances mientras el estado civil siga sometido a la leyes religiosas, y criticó que la sociedad libanesa es “moderna en apariencia, pero de estructura arcaica”.
Charabati consideró que las mujeres deben seguir movilizándose para cambiar su situación porque las leyes no las protegen y de este modo “solo tienen deberes pero no derechos”.
Los autores de estos homicidios no suelen ser castigados. Los maridos de Manal y Christelle están por ahora detenidos, pero en otros casos recientes el esposo fue finalmente liberado.
Las campañas de concienciación son por ello un paso fundamental para prevenir esta lacra y acabar con la discriminación a las mujeres.
A esta causa se sumó este mes la primera dama libanesa, Wafa Suleiman, con una iniciativa para incentivar que las mujeres participen en la toma de decisiones, puedan dar la nacionalidad a su esposo e hijos y, sobre todo, estén protegidas de la violencia de género con la adopción de una ley ad hoc.
El abogado Fadi Karam, secretario de la Comisión Nacional de la Mujer, confía en que este nuevo programa dé sus frutos ya que, según indicó a Efe, “las campañas mediáticas han logrado que comience a cambiar esa situación en los países subdesarrollados”.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha habido progresos en el Líbano en algunos ámbitos como el de la educación de las mujeres, que en la actualidad representan más de la mitad del alumnado en las universidades.
Esto no se refleja en un mayor peso de las féminas en puestos directivos. Cuatro diputadas entre los 128 miembros del Parlamento o una ministra de los 24 que forman el recién constituido Gobierno son las pobres cifras de representación en los altos órganos de poder.
Poco a poco, sin embargo, algunas mujeres se han movilizado para pedir al Parlamento la aprobación del citado proyecto de ley sobre la violencia de género y, ahora, casos como los de Manal y Christelle ocupan las páginas de los periódicos, lo que arroja luz sobre un problema hasta hace poco invisible. EFE