Los esfuerzos de Jaua por sacar el debate de la OEA y desplazarlo a UNASUR implican que no está seguro de que en el organismo hemisférico obtenga el apoyo de México, Centro América y del Caribe. Por eso pretende excluirlos de la eventual decisión.
Brasil y Venezuela controlan a UNASUR y allí los países más democráticos prefieren callar en vez de actuar. En cambio en la OEA hay una mayor diversidad política y no hay un país verdaderamente hegemónico.
El problema de la OEA hoy es la actitud de su Secretario General cuya manera de actuar responde esencialmente a los lineamientos del Foro de Sao Paulo. Insulza no es ciertamente Lagos y Chaderton, ni los países que desearían eliminar o sustituir a la OEA, estarían dispuestos a abandonar las ventajas de un sitio de encuentro a las orillas del Potomac.
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