Los resultados allí obtenidos son sumamente reveladores cuando se les ponen en el contexto de los que habían sido conseguidos para todo el período desde que comenzó a realizarse esta medición en el 2006. Así, por ejemplo, el porcentaje de los que consideraba que la economía estaba empeorando alcanzó 62% en el 2013, la cifra más alta para el periodo mencionado, mientras que el porcentaje de los que consideraba su standard de vida mejorando tocó un mínimo (35%).
Particularmente impresionante es el tema de la seguridad. Venezuela es el país con la percepción de inseguridad más alta en el mundo. Sólo 19% dijo sentirse seguro al caminar por las noches, a solas, en su ciudad o área de residencia. Ese 19% es un promedio nacional.
En las grandes ciudades, el número es mucho menor. Consistentes con esos resultados, la aprobación del desempeño del Presidente de la Republica llegó también a un mínimo para el periodo en referencia, de 34%, mientras que la desconfianza en instituciones claves del país saltó a niveles no registrados antes en estas mediciones: desconfianza en el sistema judicial (61%); en la honestidad de las elecciones (55%), en los militares (62%). La percepción de la corrupción en el gobierno se hizo absolutamente predominante, con 3 de cada 4 venezolanos, es decir, 75% de la población, opinando que ésta se encuentra ampliamente extendida en el sector público.
Lo que fue una bandera de la autodenominada revolución bolivariana, yace hoy hecha añicos en el piso. Tal vez por todas razones, un porcentaje muy reducido de solo 9% de la población consideró la situación del país muy estable, mientras que 53% la catalogaba como nada estable. De nuevo, estos datos corresponden a Octubre del año pasado. Desde entonces, las condiciones de vida de la gente no han hecho sino deteriorarse, por lo que es fácil suponer que los números aquí mencionados han empeorado también. Pero, desde entonces y posiblemente desde mucho antes, la gente sentía y sabía lo que se aproximaba.
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