Afortunadamente, la oposición venezolana ha demostrado ser paridora de buenos líderes.
Un Henrique Capriles demostró ser un extraordinario candidato, que supo cautivar a cerca de 7,5 millones de ciudadanos que le dieron su voto y que, en opinión de muchos, obtuvo un triunfo que le fue escamoteado a través de manipulaciones en las cuadernos electorales, a cuya auditoría específica, el CNE se negó con vehemencia. Su signo es la prudencia.
Un Antonio Ledezma, líder con sobrada experiencia y méritos para representar la visión de quienes aspiran a la libertad en nuestro país. La perseverancia es su signo. Siguiendo el denominador común del castigo aplicado por el oficialismo, también su triunfo como Alcalde Mayor fue trampeado, al asignársele los recursos de su Alcadía a una figura escogida a dedo. Supo conservar la lealtad de los votantes que volvieron a reelegirlo.
María Corina Machado es una de esas mujeres jóvenes, inteligentes y dedicadas, que con tesón ha venido sosteniendo una lucha en la defensa de sus ideales. Desde los tiempos de Súmate, ha venido penetrando profundamente en las realidades políticas del país y ha participando en esta suerte de choque desigual de fuerzas en que se ha convertido esta cruzada por la libertad. El valor es su signo.
Nombres como Gerardo Blyde, Carlos Ocariz, Julio Borges y otros tanto acumulan méritos suficientes para liderar a la oposición en las contiendas que se avecinan en los próximos años.
Pero ahora no enfrentamos un momento electoral. Es momento de escuchar a los líderes y de escoger entre ellos en las próximas primarias al que mejor nos represente.
De hecho, considero que las diferencias dentro de la Unidad son saludables. Una democracia viva es capaz de procesar esas diferencias y confrontar ideas.
Me quiero referir hoy a uno de esos pre candidatos: Leopoldo López.
Se dice que las crisis ayudan a la historia a alumbrar hombres excepcionales. Los grandes líderes nacen cuando comienzan a ejercer su liderazgo y sólo la historia misma podrá dar un veredicto final.
Aquí vemos a un hombre joven. Me constan su capacidad y su intelecto. Economista con post grado en el Kennedy School of Goverment de la Universidad de Harvard. Trabajador incansable. Doy fe de ello, porque alguna vez trabajamos juntos. Profundo conocedor de la industria petrolera venezolana, cuyo buen manejo será indispensable para poder recuperar alguna vez nuestra economía.
Como es costumbre, los grandes líderes han sido muchas veces vez grandes víctimas. Aquí tenemos el caso de un hombre que fue arbitrariamente inhabilitado, lo cual provocó una sentencia a su favor de la CIDH que fue inconstitucionalmente desconocida por el TSJ: “No aplica” fue la decisión bárbara en aquella ocasión.
La inconformidad de Leopoldo lo llevó ahora a levantar su voz interpretando el malestar de la colectividad ante la profunda crisis que vive el pa de inmediato un eco en la sociedad y la gente se fue a la calle, dejando al rey desnudo que vive el paindustria petrolera venezís. Es una crisis contranatura que no debería estar ocurriendo. Es una crisis provocada por políticas absurdas impuestas por un mal gobierno, ideologizado e ignorante.
Por eso la voz de Leopoldo recibió de inmediato un eco en la sociedad y la gente se fue a la calle.
La respuesta, una vez más propia del salvajismo que impera, fue amenazarlo pretendiendo que se fuera al exilio. Pero no, Leopoldo no huyó. Se entregó con la frente en alto y al apresarlo sin ninguna base legal, el régimen lo transformó una vez más en una víctima.
Los grandes líderes deben tener mensaje, valor, inteligencia y sentido de oportunidad. Cuando ello ocurre, las sociedades le dan su apoyo. La comunidad internacional parece haberse dado cuenta de que está surgiendo ese líder. Hoy en día habría que vivir en una cueva en algún desierto, para no enterarse de lo que está ocurriendo en Venezuela. El mundo entero está pendiente.
Además este hombre cuenta con una poderosa arma secreta: Lilian Tintori.
Pero Leopoldo no sólo reúne las características anteriores. Junto con méritos propios sobrados, lleva en su sangre los genes de Bolívar y, de alguna manera, encarna el reclamo histórico de aquel genio cuyo mensaje ha sido embarrado y tergiversado. Leopoldo viene a mostrarnos la verdadera cara del genio.
@josetorohardy