Recordando lo que afirmaba Herrera Campins sobre los militares, podemos decir que los cubanos le serán leales “hasta que dejen de serlo”. Esa lealtad es frágil, esta pegada con petróleo. Por eso, Nicolás Maduro necesitaba reafirmar a Castro como el jefe de ese cartel de delincuentes y proxenetas que han armado en nombre del “Socialismo del Siglo XXI”, algo que –según dijera el propio Fidel Castro en VTV- no es otra cosa que comunismo. Como le hubiese gustado que vinieran figuras como Michelle Bachelet o Dilma Rousseff, pero tuvo que conformarse con el pervertido Daniel Ortega y el cocalero Evo Morales, miembros distinguidos del cartel. Para mandatarios serios era difícil venir a la conmemoración de la muerte de Hugo Chávez, justo después de los carnavales que celebró el gobierno a pesar de los 18 jóvenes venezolanos –la mayoría estudiantes- que habían caído víctimas de la represión. Estos “carnavales” puso en evidencia la doble moral del régimen. Tanta hipocresía es repugnante. La vida humana merece respeto, así sea uno o sean muchos los muertos, no importa si se trata de un presidente o un estudiante, ni si era opositor u oficialista. Está claro que el gobierno nos irrespeta a todos y no quiere la paz. Al contrario, es el primer interesado en la violencia y ese es otro signo de debilidad. Paradójicamente, una protesta pacífica pero enérgica, contundente y popular, con un profundo contenido social, es la única manera de derrotar al autoritarismo actual y al golpismo en ciernes. Esa protesta se ejerce en la calle, no hay otro escenario.
Twitter: @richcasanova
Dirigente progresista / Vicepresidente de la ANR del Colegio de Ingenieros