El ministro colombiano de la Defensa, Juan Carlos Pinzón, al ser consultado sobre el asesinato de cinco jóvenes de nacionalidad colombiana, cuyos cuerpos fueron enterrados a un costado del río Táchira, en Ureña, declaró que “independientemente de cuál sea la causa por la cual estas personas hayan sido asesinadas o la actividad en la que estén, son colombianos, y las autoridades tiene el deber de esclarecer el caso”, y aseguró que serán las autoridades colombianas las que se encargarán de investigar la masacre. lanacion.com.ve
Miembros del Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, de la Fiscalía, se movilizaron el domingo al lugar a donde los familiares trasladaron los cadáveres. Procedieron a inspeccionarlos e iniciar las indagaciones. Se suponía que este lunes serían entregados a sus familiares en la morgue del Norte de Santander.
Aunque los familiares de los cinco jóvenes neogranadinos, que fueron, maniatados, abaleados y sepultados en un fosa común, presumen que fue obra del grupo paramilitar Los Urabeños, oficialmente no ha habido pronunciamiento ni detalles de quién pudo cometer el crimen o cuándo pudo producirse la matanza, pero se cree que fue entre el viernes por la noche cuando cruzaron a territorio venezolano y el sábado, de acuerdo con la Policía.
Pinzón dijo que aún no han tenido contactos ni con la cancillería o el despacho de Defensa de Venezuela, pero sí que las policías de los dos territorios fronterizos han mantenido comunicaciones.
El domingo, los cuerpos de los cinco colombianos fueron hallados por sus propios familiares quienes los desenterraron y trasladados al sector Boconó, en Cúcuta, luego de ser alertados por el único sobreviviente sobre lo que había ocurrido.
El traslado se hizo a través del río Táchira y por las trochas. Un cortejo fúnebre, si así se quisiera denominar, lleno de dolor e impotencia, y en la que se aseguró que ni las autoridades venezolanas ni las colombianas se atrevieron a impedir. Utilizaron para ello, cinco camillas improvisadas, construidas con palos y con la misma ropa de las víctimas.
Rubén Darío Hernández, Héctor Julio Gómez Leal, Mario Santamaría, Fabián Nieto y Luis Ángel Flórez, los jóvenes asesinados estaban desaparecidos desde el pasado viernes y, hasta a este domingo, luego de una incansable búsqueda por parte de sus familiares, fue que hicieron el hallazgo en una apartada zona de Tienditas, en el municipio Pedro María Ureña.
“Los sujetos, al parecer eran Urabeños”, habrían manifestado algunos allegados de las víctimas fatales, citando las palabras de una persona que pudo salvarse del masivo homicidio, el cual representa ahora, el único testigo, clave para esclarecer el hecho.
El “Tío”, como conocen al único sobreviviente, relató a los familiares de los asesinados que estuvo con ellos pescando en el río Táchira, “cuando de la nada, aparecieron pistoleros, acusándonos de cometer un robo”. Tras los señalamientos, los movilizaron a pie hasta el territorio venezolano.
“Nos entregaron unas palas y nos obligaron a hacer unos huecos. Nos amarraron las manos y comenzaron a disparar”, añadió el testigo.
Narró que primero mataron y enterraron a Rubén Hernández, Luis Flórez y Héctor Gómez. Cuando le iba a tocar el turno al segundo trío, entre quienes se encontraba él, aprovechó un descuido para escapar.
“Le dije a Mario Enrique Santamaría que se fuera conmigo, pero dijo que no. Que estaba pidiéndole perdón a Dios porque iba a morir. Luego escapé”, habría expresado.
Mario y Fabián Nieto fueron baleados y enterrados en otra fosa, mientras que el “Tío”, luego de permanecer por varias horas escondido, llegó el sábado a las 11:00 de la mañana a la ciudadela La Libertad “para revelar el crudo horror vivido y volver a esconderse para siempre, de las manos de quienes pretendieron matarlo”, dijeron allegados al caso, cerca del río.
¿Quiénes eran las víctimas?
Los parientes y amigos de los hombres asesinados el fin de semana negaron que estos tuvieran algún tipo de amenazas y desmintieron tajantemente que hubieran participado en el robo del que fueron señalados antes de sus muertes.
De Rubén Darío Hernández Jaime, de 23 años de edad, dijeron que vivía en el barrio La Esmeralda, ciudadela La Libertad. Era padre de una niña de dos años. Trabajaba en construcción, pero actualmente estaba desempleado.
Mario Enrique Santamaría Galvis, de 26 años, recientemente había hecho un curso de cocina. El 24 de marzo iría a prestar su servicio militar obligatorio. Meses atrás laboró en construcción. Actualmente no tenía trabajo. Vivía en el barrio Aguas Calientes.
El albañil Héctor Julio Gómez Leal, de 31 años, residía en el barrio La Esmeralda. Era padre de un niño de 7 años y su compañera concubina se encuentra embarazada.
En cuanto a Fabián Nieto Corredor, de 21 años, trabajaba en un almacén de calzado, pero había pedido 10 días de permiso para diligenciar unos documentos.
Luis Ángel Flórez Rincón, de 20 años. Era carpintero. Desde hace una semana estaba incapacitado debido a un accidente laboral. No tenía hijos y, según sus parientes, no estaba amenazado.