Laureano Márquez: Efecto mariposa
Desde qué se fue Mateo cargo un nudo en el espíritu: ya Shirley no me invitará a ver como rayó toda la pared de la cocina y tampoco me sumergiré en el mar de carritos de su cuatro a jugar con el 10 minutos que me saben a gloria y que “atesoro debajo de la almohada de mi niñez”. Mateo se fue feliz, pero ya no será de aquí. Aunque el no lo sepa, su vida cambio para siempre. No será la misma, tampoco la mía: ya no escucharé sus berrinches y los regaños de su madre. Tampoco el país será el mismo sin él, por mas que sea un cominito que no toma decisiones, ni tiene poder para convocar mesas de diálogo, la gran historia está hecha de pequeñas historias personales que se encuentran: hay un colegio al que no irá, una plastilina que se quedara sin amasar, un solecito sonriente que no calentará a mamá porque hace frío, una banderita menos de Venezuela con los colores saliéndose de las franjas un12 de octubre en un salón de algún primer grado del futuro y del futuro de su futuro, porque hay una novia que no será besada, una boda que no se celebrará, un edificio que no será diseñado por él o un cuadro que no se pintará o una orquesta que tendrá otro primer violín que no es Mateo.
Quien sabe cuantos países diferentes vamos siendo en cada instante en las turbulencias del río de este tiempo. ¿Qué habríamos sido con Jesús Enrique o con Bassil vivos? ¿Cuántas historias hermosas han quedado tendidas en nuestras calles en estos días? El que dispara una bala asesina también construye un país, uno que no nos gusta, primitivo y cruel donde la riqueza de lo distinto no cabe. El aleteo de una bala en Caracas puede producir un huracán en el alma.
¡Ciao, Mateo, torna subito!