La lucha por la Libertad ha sido una constante en Venezuela desde sus primeros pasos por la Independencia, que no es mas que la lucha por Liberarse del yugo de la Metrópoli española. Sin embargo, desde entonces se manifiesta con claridad lo que será una de las características mas resaltantes de la cultura política del venezolano: Es la lucha por la Igualdad la que termina incorporado a las masas empobrecidas a una guerra hasta entonces entre oligarquías, para inclinarla primero hacia los Realistas, Bóvez mediante, y luego hacia la definitiva victoria Patriota, gracias a Páez.
Ese igualitarismo del venezolano se manifiesta casi en cualquier expresión cultural, no podía dejar de aparecer en la política. Cualquier proyecto político que pida al venezolano renunciar a este rasgo fundamental de su identidad esta destinado al fracaso o a gobernar por medio de la autoridad y el terror.
La Guerra Federal, la Invasión de los 60 Andinos, son ejemplos clarisímos del la lucha de los venezolanos por la igualdad. Igualdad de los empobrecidos en relación con las oligarquias terrofagas surgidas de la Guerra de Independencia. Igualdad de la provincia en relación con un poder de la Capital en extremo centralista.
Pero otros ejemplos saltan a la vista. La llegada de Acción Democrática al poder en 1945 y su mantenimiento como la propuesta política mas influyente de la segunda mitad del S. XX esta llena de simbólicas anécdotas en las que AD se asume defensora de los humildes y sus militantes orgullosos de su condición de “alpargatuos”.
Es cuando AD deja de ser “el partido del pueblo” policlasista, representación de la venezolanidad y por tanto del igualitarismo, para convertirse en coto cerrado de una minoría de pillos, caudillos y empresarios que hacen enormes negocios, es cuando AD pierde su hegemonía en la política venezolana para ceder su espacio al gran vengador de la igualdad: Hugo Chávez.
Hoy, la “mayoría” chavista muestra clara debilidad, se enfrenta a los resultados de una pésima gestión de gobierno, a la perdida de calidad de vida del venezolano agobiado por la delincuencia, la inflación, la escasez, le debilidad de la moneda, la inexistencia de Estado de Derecho, la corrupción, y ahora, a la represión y violación de los DDHH por parte de los órganos de “seguridad” del Estado.
Sin embargo, no podemos negar que el chavismo conserva un significativo apoyo en los sectores populares, a veces incomprensible, a veces magnificado, pero sin duda importante y orgánico. Sectores en los que a su vez, la oposición tiene serias dificultades para actuar. Dificultades para hablarles, para proponerles otro modelo de país que trascienda el desastre chavista y en el que se sientan representados y protagonistas.
Creo que, una vez mas, se ha relegado el concepto de Igualdad para privilegiar el de Libertad, pero además, no pocas veces el movimiento opositor ha incurrido en posturas discursiva y simbólicamente contrarias a la igualdad y favorable a los privilegiados.
Debo decir, en justicia, que la mayoría de los partidos de la Mesa de la Unidad Democrática entienden perfectamente esta realidad y que por supuesto no son los abanderados de la “segregación”. Sin embargo, han sido incapaces de influir en una cierta oposición silvestre y espontánea, profundamente racista y clasista en su acción en las redes sociales y en la cotidianidad política. Urge una política en este sentido.
El acento que se ha puesto en la idea de Libertad del yugo “castro-comunista” discurso algo avejentado, contrasta con la poca importancia que se ha dado a crear (o difundir en caso de que exista) una política destinada a que los sectores populares se acerquen a las organizaciones y de oposición. Se ha llegado incluso a la torpe oferta de ratificar la política gubernamental para atraer a los “pobres” lo que parece un reconocimiento explicito de la incapacidad de pensar en ellos y mejor dejar las cosas como están en las políticas que los atienden. ¿Quién preferiría la misma política con “nuevos gerentes” a la misma política con un “viejo conocido”, que además es su creador?
Por otra parte, salvo unos pocos dirigentes opositores (Henry Falcón, Guaruya, Andrés Velasquez, Ismael García…) la oposición no trasmite, no hace creíble la idea que resumía aquella consigna según la cual “( el candidato) es como tú”
Hacer mofa de la condición de “autobusero” de Nicolas Maduro solo sirve para alejarnos del pueblo humilde, hijo de autobuseros, de panaderas, costureras, albañiles y obreros llanos… y a su vez refuerza el vinculo de los sectores populares con un hijo del pueblo. Consignas como “Un presidente que nunca fue estudiante (universitario) no puede entendernos” tiene exactamente el mismo efecto distanciar a quienes nunca fueron Universitarios, de nuestras propuestas y organizaciones.
Hilar fino en estos tiempos, no es ocioso, es la única manera de debilitar al gobierno en los sectores populares, condición necesaria para derrotarlo.
Fui militante de la Liga Socialista, la misma en la que militó el presidente Maduro. El organismo partidista que se ocupaba del sector estudiantil se llamaba MEUP (Movimiento Estudiantil Unido al Pueblo) y definíamos al movimiento estudiantil como un movimiento auxiliar de la “clase obrera” quitando el léxico, también un tanto avejentado, el hecho que queda es la valoración que se hace del pueblo llano, principal protagonista de la acción de ese movimiento. Había, en los términos que lo diría la teología de la liberación, una clara opción preferencial por los pobres. Nunca una aspiración a diferenciarse ni mucho menos a obtener privilegios.
Trasmitir un mensaje comprometido con los sectores populares, un mensaje de reivindicación de la Igualdad, pensar políticas públicas que logren que sus beneficiarios la alcancen mas allá de la formalidad, condenar el racismo, el clasismo, exigir a los opositores una actitud de respeto a los”tierruos”, accionar en los barrios y urbanizaciones populares… Sería el equivalente a cualificar le lucha por la Libertad, como lo hizo Páez en su momento, dándole pertinencia y espacio de lucha a quienes, descontentos, desconfían con sobrada razón de una oposición, que ni los trata como iguales ni los tiene claramente en su discurso.
Por último, esto no puede ser una artimaña, una emboscada… eso de la sabiduría popular no es un cuento y si no es una política franca y sincera, no pasaría de ser una mueca infeliz.
Bruno Gallo