La señora Zheng Ruixian, empleada en la compañía de seguros China Life, cumplía 42 años el pasado 8 de marzo, justo el día que regresaba de Kuala Lumpur a Pekín a bordo del vuelo MH 370 de las aerolíneas de Malasia que lleva desaparecido desde entonces. Si se confirma que los restos detectados por satélites australianos en el Océano Indico pertenecen a dicho avión, la siempre caprichosa fatalidad habrá querido que su fecha de nacimiento y la de su muerte sean la misma. Su trágico cumpleaños es uno de los 239 dramas humanos que ha dejado el misterio del Boeing 777 de Malaysia Airlines perdido hace ya trece días, donde la mayoría del pasaje, 153 personas, eran chinos. abc.es
Tras este caso, que tiene a todo el planeta en vilo, se esconden historias cotidianas, pero también extraordinarias, como la de Wang Yonggang, quien a sus 27 años trabajaba en el Centro de Seguridad Informática del Ministerio chino de Industria y Tecnologías de la Información. El pasado día 4 había llegado a Malasia para impartir unos cursos debido a sus vastos conocimientos en la materia, ya que en 2004 acabó el número uno de la Selectividad china. Con una brillante trayectoria por delante, planeaba casarse este año con su novia, según informa el periódico «Noticias de Pekín».
En lo suyo, que era la coordinación de los dobles en las escenas más peligrosas del cine de acción, Ju Kun también había alcanzado el éxito. En su página de Weibo, una copia china del censurado Twitter, contaba orgulloso su participación en la hermosa película de artes marciales «The Grandmasters», del reputado cineasta hongkonés Wong Kar-wai. Acostumbrado a salir indemne de las peleas más inverosímiles, no pudo esquivar el golpe que el destino le guardaba a bordo del vuelo MH 370.
Tampoco cumplirá sus aspiraciones el matrimonio formado por Hu Xiaoning y su esposa, Zhang Na, ambos de 34 años y naturales de Zhengzhou, capital de la provincia central de Henan. Tal y como relataba ella en su blog, la pareja tenía puestas todas sus ilusiones en su hija de tres años, a la que habían puesto de nombre Siwan, que en mandarín significa algo así como «talento con buen cuerpo». Con cariño, la habían apodado «Panpan» (Esperanza), que es precisamente lo que sus familiares ya no tienen después de casi dos semanas sin rastro del vuelo.
El sábado, cuando el primer ministro malasio, Najib Razak confirmó que el avión había cortado sus transmisiones y salido de su rumbo de forma deliberada, las familias abrigaron un atisbo de fe en que el aparato podía estar secuestrado en algún lugar. Pero han pasado ya cinco días sin que nadie haya reivindicado el rapto ni pedido un rescate. Igual que los sueños de los pasajeros, los deseos de sus parientes se evaporan dejando en el aire, o en el fondo del mar, todo aquello que se quedó por decir o hacer.
Remordimientos
Con esos remordimientos tendrá que vivir el resto de sus días Zhang Jing, cuyo marido, Zhao Peng, regresaba de Singapur después de un año trabajando allí y hacía escala en Kuala Lumpur. Desde el aeropuerto, poco antes de embarcar, llamó a su mujer para verla por videoconferencia con su ordenador, pero ella le dijo que esperara al día siguiente, cuando se encontraran cara a cara, porque eran las diez de la noche y no quería despertar a su bebé. Ahora se lamenta de que jamás podrá despedirse de él.