Otras tres personas se sumaron a las víctimas de la peor ola de protestas en más de una década en Venezuela, dijeron el sábado testigos y medios locales, aumentando a 34 los fallecidos desde que comenzaron las manifestaciones contra el Gobierno socialista de Nicolás Maduro hace más de un mes.
Diego Oré y Javier Faría/Reuters
Varias marchas opositoras y afines al oficialismo colmaron el sábado, una vez más, las calles de la capital Caracas y las principales ciudades del país petrolero.
Unos salieron para denunciar al Gobierno “dictatorial” de Maduro y otros contra la “violencia fascista” que atribuyen a los manifestantes de la oposición.
A pesar de la advertencia de Maduro, las protestas acumulan siete semanas, 34 muertos y cientos de heridos.
Los opositores -en su mayoría estudiantes- permanecen firmes en las calles reclamando por el alto costo de la vida, la acuciante escasez de bienes básicos y la inseguridad de las que culpan a Maduro.
En medio de una robusta presencia de fuerzas de seguridad escoltadas por tanquetas, una gran muchedumbre de opositores vestidos de blanco marchó desde varios puntos del este de Caracas para confluir, finalmente, en una avenida principal.
Más tarde, algunos pocos estudiantes se enfrentaron a la policía antimotines en la emblemática Plaza Altamira -epicentro de las protestas opositoras- que finalmente los replegó con una lluvia de gases lacrimógenos y chorros de agua.
Al final de una manifestación, la esposa del encarcelado líder opositor Leopoldo López leyó una carta donde su marido pidió la renuncia de Maduro. “Desde la cárcel le pido a Dios que te ilumine para que des el paso valiente y patriota de renunciar y así abrirle el paso a un mejor futuro para todos los venezolanos”, decía.
“Esta carta que escribo desde mi celda va dirigida a Nicolás Maduro, quien ya nadie duda, se ha convertido en el dictador de Venezuela”, escribió el político de 41 años preso desde hace un mes acusado de azuzar a la violencia.
Mientras, en el centro de Caracas, miles de manifestantes del chavismo marcharon en contra de la oposición “fascista” a la que acusaron de incendiar una universidad en Táchira.
“Nos acusan de violentos, pero su protesta pacífica ya ha dejado más de 30 muertos”, dijo José Luis García, un estudiante chavista que participó de la manifestación junto a sus compañeros vestidos de rojo, el color del partido de Gobierno.
“Dicen que son demócratas, pero lo que quieren es un golpe de Estado (…) no volverán”, concluyó el joven de 21 años.
MUERTOS A TIROS
En medio de las manifestaciones del sábado, en la ciudad occidental de Mérida, Jesús Labrador, de 40 años, murió de un disparo en el tórax luego de un enfrentamiento entre opositores que protestaban contra el Gobierno y encapuchados, supuestamente oficialistas, dijeron testigos a Reuters.
Durante la trifulca resultaron heridas de bala otras cuatro personas y hasta la noche seguían los enfrentamientos.
También en el occidente del país, en la ciudad de San Cristóbal, Wilfredo Rey, de 31 años, falleció la noche del viernes luego de recibir un certero disparo en la cabeza y otro en un brazo de parte de grupos irregulares, según testigos.
Rey, que no participaba de la protesta, fue impactado cuando acudió a atender a un herido de bala en el tórax.
A unos 750 kilómetros al noreste de allí, Argenis Hernández, de 26 años, fue baleado en el abdomen también la noche del viernes mientras manifestaba al pie de una barricada en la ciudad central de Valencia.
Según testigos, un motorista no identificado intentó cruzar la barricada y ante la negativa de los manifestantes abrió fuego y huyó, hiriendo a Hernández, que perdió la vida en la madrugada del sábado en un hospital cercano.
Medios locales aseguraron que el presunto asesino pertenece a uno de los grupos armados leales al Gobierno, conocidos como “colectivos”.
Las protestas contra Maduro se iniciaron a principios de febrero en las ciudades occidentales de San Cristóbal y Mérida y corrieron como reguero de pólvora hasta llegar a Caracas y otras ciudades del país de 29 millones de habitantes.
(Reporte adicional de Brian Ellsworth en Caracas; Editado por Ricardo Figueroa)