Victor Vielma Molina: La rebelión de los estudiantes

Victor Vielma Molina: La rebelión de los estudiantes

thumbnailvictorvielmamolinaEl pueblo venezolano y el mundo saben, que los  estudiantes que están detrás de las barricadas de todo el país, tienen razones para protestar. Y por añadidura, entienden que el gran culpable de la actual crisis político-económica es el autismo y la inefectividad de este gobierno. Asimismo, el pueblo como padre, madre y representante, además de sentir la destrucción de la democracia, la inflación y la escasez; ahora en carne propia, sufre la represión mortal de la revolución. El pueblo entiende que los estudiantes con marchas y barricadas han exigido y exigen atención, libertad y cambio. Porque, no ignora que sus hijos se han alzado en rebeldía contra esta revolución narcisista que sólo se adora, se alaba y se escucha a sí misma. Además, la gente no desconoce que el narcisismo de la cúpula roja es intolerante, inabordable y persigue un solo objetivo: hacer pensar y actuar a todos los venezolanos bajo el dominio de un pensamiento único, regidos por la censura y la intimidación. Michael Ignatieff, en su obra El Honor del Guerrero, a través de Sigmund Freud, escribe que: “Los intolerantes se niegan por principio a conocer lo que desprecian. Freud nos ayuda a comprender la cerrazón como una defensa narcisista, y la intolerancia como un sistema de autorreferencia dentro de la cual el narcisista se sirve del mundo exterior sólo para confirmar su pensamiento. Ese aspecto narcisista del intolerante explica su falta de respuesta a los argumentos racionales.” Es allí, justamente, dónde el diálogo para los intolerantes oficialistas, se torna inadmisible.

Por ello, el grito rebelde de los estudiantes no es un grito cualquiera. Es un grito que se alza contra la intolerancia de este régimen que cree que se las sabe y se las come todas, que solo él y sus seguidores tienen derechos. Es un grito que exige libertades democráticas, seguridad para la vida y bienes, seguridad alimentaria, recuperación inmediata del aparato productivo del país, educación efectiva y plural, seguridad jurídica, restitución del estado de derecho, preeminencia y respeto de los DDHH, libertad para los presos políticos y de prensa, renovación e imparcialidad de autoridades del CNE, del TSJ y del Consejo Moral Republicano; porque, ninguna de las actuales, han sido fieles  a la ética; además, el período de sus funciones culminó. Por esta razón, la lucha de los estudiantes es contra la ignominia de esta revolución troglodita y pantagruélica que se ha tragado la libertad, el progreso y la esperanza de los venezolanos.

¿Por qué no han de protestar los estudiantes? Acaso, la revolución, desde un principio, ¿no les ha negado el derecho a la protesta y el de ser escuchados?  Acaso la revolución, ¿no les exige pensar sesgados a la ideología del gobierno y les niega, por segregación, el derecho al trabajo después de egresar de universidades públicas o privadas? Acaso ¿las universidades públicas no atienden a los hijos de los pobres y a los de la clase media?  Al parecer, el único trabajo que tiene un joven profesional es el de ser taxista,  buhonero o el de irse al exilio. ¡No se equivoquen! Los estudiantes que están detrás de las barricadas son multirraciales, militantes de derechas o de izquierdas, pertenecientes a varias clases sociales, que luchan denodada y prospectivamente a favor del desarrollo y del progreso para que haya igualdad de derechos. Tal como lo apremia el Art. 21 de la Constitución del 99, para que jamás se permita “discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona.”  En fin, los estudiantes quieren, lo que todos los venezolanos: un país descontaminado de segregación política, donde se respete a la persona y a la vida, donde haya la más franca y tangible diversidad de oportunidades. Estos muchachos lo están dando todo por el país. Sus padres se conmueven ante la decisión irrevocable de sus hijos de irse a la lucha. Se escuchan historias de los progenitores que cuentan que sus hijos dicen: “Me voy a luchar para que la vida valga más y haya futuro con mejores oportunidades.” Pero el gobierno, torpemente subestimó y subestima a las protestas del estudiantado tratándolas como a una minoría. Y lo peor, los ha reprimido mortalmente en sus casas de estudios y en sus propios hogares. Maduro nunca pensó que las manifestaciones se iban a propagar por todo el país ni que estas iban a ser respaldas por el pueblo.





La revuelta estudiantil del Mayo francés de 1968, empezó por una minoría, que luego se transformó en mayoría por toda Francia. Esta revuelta estudiantil recibió el respaldo del Partido Comunista Francés, de intelectuales y de los trabajadores. Después de 200 muertos, el presidente Charles de Gaulle adelanta las elecciones presidenciales y dimite.   Charles de Gaulle, tenía en su haber el prestigio de haber sido brillante militar y político, además de escritor y héroe de la resistencia ante el cruento asedio de Hitler contra su patria en la II Guerra Mundial. En la Posguerra, se convierte en el gran reconciliador franco-alemán, propicia la reunificación y construcción de la Unión Europea.   Siendo poseedor de esta trayectoria terrenal, de Gaulle, intuye que ha llegado su fin y renuncia, para detener la insurrección desbocada en huelga general y salvar a su país del caos, una vez más.  Francia tenía, en él, a un gran patriota y demócrata que de verdad amaba a su nación. Nicolás Maduro, en su condición de presidente de la República, se disparató en represión, ya cuenta en su haber, con muchos muertos, heridos, detenciones y violaciones de DDHH. Los trabajadores, las amas de casa e intelectuales,  rechazan la represión mortal y vil con que su gobierno ha arremetido contra la vida de estudiantes y la violación de domicilios.  Esta agresión viola los derechos  constitucionales de los venezolanos y los internacionales donde Venezuela es signataria. Como un axioma, los violadores de los derechos humanos niegan sus excesos donde las víctimas dicen que los hubo. Pero este gobierno parece ignorar que los pueblos tienen derechos naturales para defenderse de excesos y abusos del poder.

Quien trate de mirar a Nicolás Maduro en el futuro, lo encontrará cargado de excesos y sin gobernabilidad. La reparación política del país ya no será suya. La crisis política venezolana será superada a partir de su dimisión.  Si no renuncia, viviremos bajo opresión y asedio permanente. Nuestras libertades no penden de un vilo, dejaron de ser.

 

Víctor Vielma Molina/Educador/vielmamvielmam@gmail.com