Gerver Torres: La U cubana

Gerver Torres: La U cubana

Ayer sábado, el parlamento cubano aprobó una nueva y amplísima ley de inversiones extranjeras que busca atraer capital foráneo para todos los sectores del país, con la sola excepción de salud y educación.

De acuerdo con este nuevo instrumento legal, toda la infraestructura, incluyendo energía, telecomunicaciones, vialidad, salubridad, además de la agricultura, la manufactura y los servicios, incluyendo banca y negocios financieros, se abren al sector privado extranjero.

La ley ofrece muy generosos incentivos fiscales a los capitalistas extranjeros, incluyendo una reducción del impuesto a las ganancias del 30% al 15% y una exoneración total durante los primeros 8 años de operación.





También ofrece supuestas garantías de respeto a la propiedad privada para quienes se arriesguen a invertir en la isla, incluyendo disposiciones expresas que impedirían la estatización de las empresas creadas.

La reforma económica planteada representa tal vez la transformación económica más profunda que se ha planteado en años en ese país. Es parte de un plan de 300 reformas que anunció Raúl Castro en 2011 y que incluyen medidas como la ampliación del número de actividades comerciales en los que pueden operar los llamados “cuenta propistas”; la libertad de los campesinos para vender directamente en el mercado parte de sus cosechas; y la de los ciudadanos para vender y comprar bienes inmuebles, automóviles, etc.

La marcha de las reformas no es continua ni uniforme. En varias oportunidades se han producido retrocesos como el que ocurrió recientemente con la reversión del permiso otorgado a los particulares para vender ropa y calzado. El régimen resintió la competencia que los nuevos micro empresarios empezaron a hacerle a las empresas estatales cuya mercancía desabrida nadie quiere.

Pero, a pesar de las idas y vueltas, se percibe un camino por el que el régimen quiere transitar sin decirlo, sin reconocerlo; el de la transición de nuevo al mercado, al capitalismo.

Es que no tienen otra opción. El enorme subsidio de Venezuela a la economía de ese país, que la revista The Economist estimó recientemente en 15% de su Producto Interno Bruto, está en peligro de extinguirse.

La economía de la isla ya no da más. No deja de sorprender que un país entero se pierda más de medio siglo en dar una vuelta en U con enorme dolor y sufrimiento de su población. No deja de sorprender que después de todo el discurso contra el capitalismo mundial, el país le ofrezca ahora los mayores incentivos posibles para que venga a salvarlos.

No deja de sorprender que las ventajas y beneficios que el régimen de ese país le ha negado y le sigue negando a los nacionales, se los ofrezca hoy muy generosamente a los extranjeros. No deja de sorprender que con la evidencia de un fracaso tan mayúsculo como el que representa el modelo comunista cubano, el régimen venezolano siga tratando de imitarlo.

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