Sus análisis son los del típico académico recitando un manual de politología, leyendo una receta de menú fría y de laboratorio intelectual. En sus análisis no parecen entender la naturaleza real del régimen, la cual es mucho más compleja que una simple “dictadura plebiscitaria” con apoyo popular y conexión emocional con las masas.
Aquí estamos hablando de una agencia tiránica que responde órdenes de una dictadura foránea, que tiene sus modos y características bien definidas. Tampoco hablamos de una crisis del gobierno de Maduro, sino de la crisis que se deriva de quince años de soportar un sistema que se ha ido consolidando de acuerdo a un plan pre establecido, que en Chávez y Maduro no tuvo sino sus agentes del momento, pero los trasciende totalmente, ya que es un plan del Foro de Sao Paulo, que se remonta varias décadas hacia atrás.
Sugerir diálogo y negociación es equivalente a realizar procesos electorales dentro de un sistema que los usa exclusivamente para apaciguar los ánimos de ciertas fuerzas con relativo peso, para seguir corriendo la arruga mientras avanza el enquistamiento de la tiranía.
Es lo mismo que darle morfina a un paciente con cáncer; la droga le quitará el dolor y le hará sentirse bien, pero el proceso cancerígeno sigue su evolución hasta producir la muerte.
No es causal que estos intelectuales hayan sido grandes entusiastas de los procesos electorales y de la MUD. Aquí caben análisis políticos que no se ajustan a los cánones académicos tradicionales, y eso es lo que estos analistas no han logrado comprender.
Evidentemente, que el populismo y la conexión emocional consecuente es un arma muy poderosa que usan estos sistemas. Y con el petróleo repotencian esta arma de manera mucho más efectiva.
Por eso mismo, es un error -que estos analistas no terminan de captar- pretender competir en ese campo del populismo y la conquista de voluntades a través de la oferta de prebendas y beneficios económicos (estrategia de la MUD –queruega a Maduro por recursos-).
Aquí el tiempo, lejos de beneficiar la penetración de las fuerzas opositoras en el universo popular, lo que hace es perjudicar las probabilidades de éxito de estas fuerzas opositoras en el futuro. En este momento las protestas las lidera el último bastión que le queda a la sociedad civil con capacidad de reaccionar y protestar: los Estudiantes. Ya no existe PDVSA (la del 2002), ya no están los sindicatos, no hay medios de comunicación imparciales, ya no hay asociaciones de vecinos organizadas en bloque, ya no hay muchos otros elementos que antes tenían fuerza pero que el tiempo hizo que la perdieran, porque a medida que pasan los años, el país se debilita y empobrece más, y esto, lejos de perjudicar, fortalece a este tipo de sistemas, porque se agota la capacidad de lucha (ejemplo: Cuba).
Las protestas de las últimas semanas han logrado algo que estos intelectuales ni siquiera mencionan, pero que ellos mismos sin darse cuenta comprueban. Hace tres meses aquí nadie, excepto los cuatro gatos de siempre, definíamos esto que tenemos como una dictadura. Ellos mismos hubieran sido incapaces de usar ese término hace tres meses, cuando invitaban al país al “plebiscito” de las elecciones municipales. Hoy, gracias a las protestas y su forma de expresión, el mundo entero ve a Venezuela con otros ojos, y muchísimas personas, incluyendo los políticos clásicos, se refieren a Maduro como “tirano”, “dictador”, etc. Y su gobierno como una “dictadura” (realmente le corresponde más el término “tiranía”) que está violando todos los derechos humanos conocidos.
Aquellos que promueven el diálogo son los mismos que tienen quince años analizando la ilusión y nunca la realidad. Es obvio que la negociación política y el diálogo son herramientas indispensables en situaciones conflictivas, nadie puede negar este axioma. El punto es cómo se entienden esas herramientas en el contexto específico de lo que vivimos.
Hay un primer universo donde están los grupos económicos, los que aún tienen actividad en el país (que financian a los partidos de la MUD -además del financiamiento que da a la MUD el mismo régimen-), que intentarán a toda costa hacer prevalecer la ilusión (el teatro), y en ese contexto sentarse con el “gobierno” a discutir el país y llegar a acuerdos, para ellos es perfectamente legítimo y razonable.
Luego el segundo universo; donde están los que comprenden la naturaleza de lo que se confronta (quizás porque al no tener nada que ganar con este régimen, se les facilita el entendimiento) y tabulan las violaciones a todos los derechos humanos conocidos.
En este segundo grupo, la realidad prevalece y el “diálogo – negociación” con el tirano lucen inaceptables en este momento, sobre todo a la luz de los precedentes que existen en esa materia durante estos quince años, donde el régimen nunca ha respetado acuerdos y usa el diálogo para ganar tiempo y consolidarse.
En el primer universo, la “negociación” consiste en la repartición de ciertas prebendas y la concesión de algunos beneficios (CADIVI, SICAD I, SICAD II, permisos de importación, pago de deudas, alcaldías, gobernaciones, diputaciones, etc.), a cambio de permitirle al régimen seguir existiendo sin mayor crítica ni oposición, tolerándolo simplemente como un “mal gobierno”, coexistiendo, colaborando.
En el segundo universo, el diálogo y la negociación con un sistema que asesina, viola, secuestra, desaparece a los estudiantes y borra el destino de los venezolanos, es simplemente inaceptable, al menos mientras la correlación de fuerzas sea tan disímil, y dicho “diálogo – negociación” sea otra burla más. Aquí las premisas son totalmente diferentes a las del primer universo y es donde se encuentra el grupo de personas que está dispuesto a confrontar esto como se confronta a una tiranía y no a un gobierno “democrático”.
Este conflicto de intereses entre ambos universos es lo que divide actualmente a la oposición en posiciones prácticamente irreconciliables.
¿Quién prevalecerá?
Es difícil tener una respuesta categórica hoy.
Si la resistencia del segundo universo logra mantenerse, a lo mejor en el camino se puede articular un equipo político que genere confianza respecto a su capacidad de hacer un gobierno que se sostenga (las variables surgirán con la dinámica de los sucesos), y esa realidad quizás active el descontento que hay en las FFAA (lo hay, pero no darán un salto al vacío, necesitan piso político). Esto podría provocar un enfrentamiento sangriento de pronóstico reservado, pero con suficientes variables como para que en una de ellas quepa la posibilidad de derrocar al régimen y generar una situación nueva, también de pronóstico reservado, pero nueva, un cambio, algo diferente. (No emito juicio de valor aquí, lo analizo fríamente. Algo diferente podría ser algo peor, no lo dudo, pero también podría ser mejor. El punto es que habría un cambio de lo actual).
Pero si la resistencia se apaga, prevalecerá el grupo tradicional -primer universo- y las cosas seguirán de mal en peor indefinidamente, con los “ganadores” de siempre (disminuidos) y los “perdedores” de siempre (aumentados), con una Venezuela a la deriva, pareciéndose cada día más a la Cuba tradicional de Fidel Castro y no a la Cuba actual, que está activando a paso lento pero firme una apertura económica tipo la de China.
Son muchos más aspectos que podríanconsiderarse, pero creo que esto sintetiza un punto crucial de la realidad del mundo analítico -político de la actualidad venezolana.
@jcsosazpurua