Los dos jóvenes zarparon del puerto de Auckland bajo la supervisión de expertos marineros del Team New Zealand, en veleros rivales de la Copa del América para una confrontación que Guillermo calificó bromeando antes de salir de “un poco de competencia sana”.
Docenas de barcos de espectadores habían anclado en las inmediaciones, algunos con carteles que decían “Team Kate” o “Team Will”.
Aunque el segundo en la línea de sucesión al trono británico tiene más experiencia, pues ya había navegado anteriormente con el equipo neozelandés, Catalina logró una contundente victoria por 2-0 después de ganar las dos mangas de la competencia.
“Fuimos saboteados”, protestó Guillermo después de su derrota, agregando que perdió porque quería “pasar una noche tranquilo”.
Catalina, vestida apropiadamente de azul y blanco, guardó un diplomático silencio, pero hizo la señal de la victoria a miles de personas que observaban desde la costa de la mayor ciudad de Nueva Zelanda.
Mientras estaban en el agua, un avión contratado por el grupo de presión República Nueva Zelanda sobrevoló la zona arrastrando un cartel que decía “Es hora de tener un jefe de Estado kiwi”.
“Tener un jefe de Estado suministrado por Gran Bretaña ya no funciona para Nueva Zelanda, necesitamos nuestro propio jefe de Estado”, afirmó este grupo en un comunicado.
Sin embargo, la muchedumbre que vitoreó a la pareja principesca no parecía compartir esa opinión, y muchas personas se quedaron para darles la mano a pesar del regreso de la lluvia, que ha perturbado la primera mitad de su gira de 10 días por Nueva Zelanda.
El próximo miércoles, Catalina, Guillermo y su hijo el príncipe Jorge, de ocho meses, partirán hacia Australia. AFP
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