Lapatilla
En los prolegómenos se desató una intensa polémica, uno de sus escenarios privilegiados lo constituyeron las redes sociales; la controversia no solo ocupo el espacio opositor, el campo de los partidarios del gobierno también fue objeto de ella. Los llamados” radicales”, de lado y lado, más bien los extremos, criticaron por igual y en algunos casos muy severamente la decisión de la Mesa de la Unidad Democrática y el Gobierno de iniciar un proceso de diálogo. En el territorio de las fuerzas opositoras un señalamiento muy frecuente fue que se pecaba de ingenuos al aceptar concurrir al desarrollo de esas conversaciones. El primer encuentro formal, en lo que resulto la cadena nacional con mayor audiencia a lo largo de estos 15 años, demostró que el comportamiento de los representantes de la MUD no fue precisamente una exhibición de ingenuidad, muy por el contrario la firmeza y contundencia de sus intervenciones demostró sagacidad y colocó al gobierno a la defensiva, llevándolo a hacer un muy deslucido papel.
La vocería opositora aprovechó al máximo la oportunidad de dirigir su mensaje a los partidarios del oficialismo, quienes siguieron atentamente el debate televisivo. No tenemos conocimiento de sondeos realizados después de la cadena, ni poseemos herramientas que permitan explorar la reacción de este sector después de ese primer encuentro, pero si sabemos de dirigentes regionales y locales del PSUV decepcionados por la comparecencia de sus representantes, quienes además valoraron positivamente el discurso de los voceros de la oposición “independientemente de sus expositores, hay que considerar la argumentación” expresó un importante dirigente de la Región Capital.
Ingenuo si pareciera ser el señalamiento de no alcanzar ningún logro hasta ahora, pretender obtener algún “resultado concreto” en un evento como el del pasado jueves no deja de ser más que una ilusión y expresa una total incomprensión del desarrollo de procesos como el que ahora apenas inicia.
Igualmente es imposible garantizar previamente el éxito de las conversaciones, obvio que siempre hay riesgos, pero la oposición no tiene nada que perder ni ceder, las exigencia planteadas en la agenda para el diálogo están, en lo fundamental, en el terreno del gobierno, quien es precisamente el que está en la obligación de ceder, tampoco le conviene el fracaso del diálogo y le interesa sobremanera la imagen internacional.
El debate no sirvió, como consideraban algunos “sagaces”, para “lavarle la cara al gobierno”. Todo lo contrario, hay indicativos que este “round” lo perdió por amplísima decisión. Plantear la falsa contradicción entre la protesta y el diálogo constituye un sofisma, lo que más favorece el alcanzar los objetivos propuestos es precisamente mantener la movilización masiva y pacífica.
Que se avance en el diálogo, incluso logrando resultados, no significaría en ningún sentido que la lucha se detiene, el panorama se presentaría distinto y ella se profundizaría en la dirección de la estrategia diseñada en la dirección constitucional y democrática.
Por ahora que el discurso opositor haya llegado a un atento auditorium partidario del oficialismo, con el contenido y en la forma que lo hizo, constituye ya un logro nada despreciable.
Luis Manuel Esculpi