Estudiantes aplican ritos de Semana Santa en sus protestas

Estudiantes aplican ritos de Semana Santa en sus protestas

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(Foto AFP)

Los estudiantes venezolanos marchan descalzos, hacen cruces y planifican la quema de efigies del presidente Nicolás Maduro dentro de los intentos por avivar su movimiento de protesta durante la Semana Santa, reseña Reuters.

Las manifestaciones con temática religiosa son las tácticas más recientes dentro de las protestas antigubernamentales que desde inicios de febrero tienen convulsionada a la nación sudamericana miembro de la OPEP y que han dejado 41 muertos.

Pero el entusiasmo entre los seguidores de la oposición para protestar en las calles parece estar disminuyendo, con menos cantidad de participantes que en los meses previos y Maduro no parece sentirse amenazado a pesar de sus constantes referencias a intentos de golpe de Estado en su contra.

“Seremos un poco menos pero seguimos en la calle”, dijo la estudiante de derecho Nicole González mientras marchaba sin zapatos al final de la tarde del miércoles junto a varios cientos de personas en Caracas.

“Marchamos descalzos para simbolizar el sufrimiento de Venezuela: la represión, el mal gobierno, la escasez”, agregó González, de 18 años, quien suspendió un viaje que tenía planificado con sus amigos a la turística isla de Margarita para quedarse en Caracas protestando durante el feriado de Semana Santa.

El jueves, los estudiantes en Caracas tenían programado escenificar la tradición cristiana de las estaciones del Vía Crucis que muestren el proceso de crucifixión de Jesús y que representen los problemas de Venezuela.

Los estudiantes también planean crucifixiones simuladas para el Viernes Santo y la quema de muñecos artesanales e imágenes de Maduro y del segundo hombre más poderoso del gobierno, el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, en un giro de la costumbre de algunos católicos conocida como la quema de Judas, el discípulo que traicionó a Jesús.

Simpatizantes del Gobierno, por su parte, planifican quemas de muñecos de líderes opositores.

Los activistas estudiantiles efectivamente se han separado de la posición moderada del liderazgo de la oposición venezolana, que comenzó conversaciones con Maduro y sus altos funcionarios con el fin de buscar soluciones para desactivar la crisis.

Dos rondas de conversaciones formales, mediadas por el enviado del Vaticano en Caracas y los ministros de Relaciones Exteriores del bloque sudamericano Unasur, han arrojado pocos resultados concretos aunque han calmado las emociones en todo el país.

Pese a que ambas partes han acordado formar una comisión de la verdad para analizar los acontecimientos recientes, el Gobierno no se ha adherido a la exigencia de la oposición de otorgar la amnistía para los opositores presos.

“Seguir luchando”

Los estudiantes y figuras de línea dura de la oposición, como el encarcelado líder de las protestas Leopoldo López y la legisladora María Corina Machado rechazan el diálogo a menos que sean liberados todos los adversarios.

“Esto no es un diálogo. No han dado nada. El Gobierno no ha cedido nada”, dijo la madre de dos niños Carolina Fernández mientras llevaba una cruz con la palabra “Justicia” estampada durante la marcha de descalzos en Caracas.

“Nosotros no hemos logrado nada todavía. Tenemos que seguir luchando. Estoy aquí para apoyar a estos muchachos, para que sepan que no están solos en su lucha”, agregó Fernández, de 48 años, quien estuvo acompañada de su esposo y de sus hijos.

Las manifestaciones comenzaron a principios de febrero en reclamo por la rampante violencia en Venezuela, la galopante inflación y la escasez de bienes básicos desde leche hasta las baterías de autos.

Los más radicales esperaban que una especie de “Primavera Venezolana” llevara a la salida de Maduro de la presidencia, pero no pudieron atraer a millones en las calles como querían y, en un apoyo crucial al mandatario izquierdista, las fuerzas armadas han mantenido el respaldo a su Gobierno.

Algunas de las mayores manifestaciones congregaron a decenas de miles de personas y protestas esporádicas continúan en todo el país.

Maduro dice que los manifestantes son alentados por el Gobierno estadounidense y medios de comunicación internacionales, y que buscan derrocarlo como le sucedió a su predecesor, Hugo Chávez, durante un breve golpe de Estado en el 2002.

Entre los muertos en los enfrentamientos callejeros diarios de todo el país están tanto partidarios del Gobierno como de la oposición y miembros de las fuerzas de seguridad. La mayoría fueron asesinados a tiros.

Más de 650 personas han resultado heridas y más de 100 permanecen tras las rejas de unos 2.000 que han sido detenidos.

Decenas de estudiantes están acampando fuera de las oficinas de la ONU en Caracas y sus coloridas carpas bloquean la calle. Los latas de gases lacrimógenos usados están apilados en el suelo como símbolo de la represión.

“No nos vamos hasta que todos salgan de la cárcel”, dijo Efraín Barreto, de 19 años y estudiante de idiomas en la ciudad provincial de Maracay.

“Dicen que somos fascistas pero esta protesta es pacífica. Dicen que somos burgueses pero mira, todos venimos de familias humildes y apenas podemos pagar nuestros estudios”, añadió.

Encuestadoras dicen que los niveles de aprobación tanto para Maduro como para la oposición han caído durante la crisis en Venezuela, donde el impacto de los violentos enfrentamientos ha golpeado los negocios y el transporte en una ya desacelerada economía.

Maduro, quien se hace llamar el “hijo” de Chávez, celebró esta semana el primer aniversario de su elección. El mandatario quiere preservar las políticas sociales del Estado petrolero y el modelo económico estatista de su predecesor.

Los críticos dicen que los 15 años de Gobierno socialista autocrático han destruido lo que debería ser una de las más prósperas economías de América Latina, así como a las libertades democráticas.

Andrew Cawthorne/Reuters

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