El canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, es moderadamente optimista ante los tímidos avances logrados esta semana entre el Gobierno de Venezuela y los sectores de la oposición que se han sumado al proceso de diálogo auspiciado por Unasur y el Vaticano. Patiño y sus homólogos brasileño y colombiana, Luiz Alberto Figueiredo y María Ángela Holguín, se implicaron en una intensa campaña diplomática para vencer las reticencias de embarcarse en unas negociaciones inmersas en la desconfianza y cuyo futuro es, todavía, muy incierto. “A pesar de que las posiciones siguen siendo distantes, comienza a crearse un clima de entendimiento, lo cual es un bien síntoma para Venezuela y para toda la región”, reconoce Patiño a través de varias respuestas remitidas por correo electrónico a EL PAÍS.
El rechazo de los principales promotores de las manifestaciones en la calle, como los líderes políticos María Corina Machado o Leopoldo López, encarcelado, o el movimiento estudiantil -cuyas reivindicaciones detonaron las protestas que ya han cumplido dos meses- es uno de los principales obstáculos que amenazan el éxito de las discusiones, un reto del que el responsable de Exteriores ecuatoriano es muy consciente. “El desafío actual para Unasur, pero también para las partes involucradas en el diálogo, es encontrar los mecanismos más idóneos para incorporar a otros actores que tengan interés en participar en el restablecimiento de la paz en Venezuela y corresponsabilizarse en la construcción de soluciones a los problemas que aquejan al país actualmente”, señala Patiño.
El canciller ecuatoriano destaca que la segunda sesión de la ronda de negociaciones entre el Gobierno que preside Nicolás Maduro y una parte importante de la Mesa de la Unidad Democrática ha demostrado que “ha comenzado a superarse la desconfianza que estaba particularmente lesionada por la polarización que había alcanzado el conflicto”.
En ese intento por atraer a más voces de la oposición a la mesa de diálogo, Patiño señala directamente a los estudiantes, quienes no han desistido de abandonar la calle. “Debemos acercar a otros sectores que, con honestidad, quieran encontrar soluciones para Venezuela en el marco de la Constitución y, en este caso, podría estar un importante sector estudiantil”, afirma. Los representantes del movimiento de estudiantes anunciaron el pasado miércoles, nada más conocerse los tres principios de acuerdo alcanzados entre el Gobierno y la MUD, que sus condiciones para sentarse a dialogar con Maduro pasaban ineludiblemente por una invitación fique exista una invitación formal del Ejecutivo, que la reunión sea transmitida de manera pública y que sea la Iglesia católica el garante del encuentro. El canciller de Ecuador, no obstante, minimiza la influencia que ahora mismo puedan tener las marchas de estudiantes. “En estos momentos han perdido intensidad, son claramente esporádicas y van acompañadas de un creciente grado de concienciación sobre la validez de las mesas de diálogo a las que ha convocado el presidente Maduro desde hace ya varios meses”.
Sin nombrarlos directamente, Patiño señala al ala de la oposición liderada por Machado y López, que exige como objetivo ineludible para cualquier negociación la salida del poder de Maduro, como “grupos a los que no les interesa el diálogo para alcanzar la paz y llegar a acuerdos para un pacto nacional sobre los diferentes temas”. El ministro ecuatoriano recalca también que, en todo este proceso, “la campaña mediática internacional que ha distorsionado la realidad que se vive en Venezuela y que tiene como una de sus consecuencias la exacerbación de las tensiones y la pérdida de confianza entre actores”, es uno de los principales factores que “conspiran” contra su éxito.
Más allá de los elementos externos, Patiño sostiene que, ahora, lo esencial es trabajar para “definir los términos y las condiciones de los posibles acuerdos para su puesta en marcha”. Para él, el futuro de este proceso pasa por lograr definir la Comisión de la Verdad, encargada de investigar la violencia en la que se ha sumergido Venezuela en estos últimos dos meses y estipular otros puntos de partida similares que “conciernen a la Comisión Económica y la de Derechos Humanos”.
Patiño defiende también la importancia de la implicación de Unasur en este proceso para tratar de acercar posturas frente a quienes sostienen que debería ser OEA –como trató de exigir la propia Machado en una sesión de su Consejo Permanente en Washington- el organismo regional interlocutor. “Unasur ha demostrado ser ágil y efectiva en su funcionamiento y ha buscado canalizar y viabilizar las voluntades políticas reconocidas en la región antes que los aparatos burocráticos”, afirma. “La Cláusula democrática ha sido todo un ejemplo de cómo esas voluntades pueden confluir en unas medidas comunes para forzar el entendimiento democrático y pacífico en la región […] Sus mecanismos han servido en la práctica en las tareas de desactivación de recientes intentos desestabilizadores como los de Bolivia (2008) y Ecuador (2010). El País