Dicen que nadie es monedita de oro para caerle bien a todos y Gabriel García Márquez no era la excepción. Además de la célebre pelea que tuvo con su amigo Mario Vargas Llosa, Susan Sontag y Octavio Paz fueron otros famosos escritores que tuvieron críticas contra el Nobel colombiano.
La ensayista estadounidense señaló a García Márquez en la Feria del Libro de Bogotá de 2003, cuando lo criticó por no asumir su responsabilidad política ante la situación en Cuba donde ese año se ejecutaron tres acusados de secuestrar un barco para ir a Estados Unidos. Tras esto el escritor, quien fue amigo de Fidel Castro desde la revolución cubana, le respondió en una nota publicado en el diario El Tiempo de Bogotá.
“No podría calcular la cantidad de presos, de disidentes y de conspiradores que he ayudado, en absoluto silencio”, dijo. “En cuanto a la pena de muerte, no tengo nada que añadir a lo que he dicho en privado y en público desde que tengo memoria: estoy en contra de ella en cualquier lugar, motivo o circunstancia”.
Pero el pleito continuó meses después en otra feria del libro, en la de Fráncfort, considerada la más importante del mundo literario. En esa segunda ocasión Sontag, quien fue condecorada con el Premio de la Paz de la feria, lo acusó de guardar silencio ante las violaciones a los derechos humanos en Cuba, por lo que decía incurrió en una “deshonestidad intelectual”.
“García Márquez me dio pena, pero es ridículo. Necesitamos la verdad”, dijo en una conferencia de prensa realizada en la feria. Un año más tarde la escritora falleció a causa de un cáncer.
Las críticas de Paz contra García Márquez también tenían tintes políticos, ocurrieron en el encuentro de 1990 “El siglo XX: la experiencia de la libertad”, organizado por el poeta mexicano el mismo año que ganó el Premio Nobel. Estuvieron invitados, entre otros, Carlos Monsiváis, Daniel Bell y Agnes Heller, pero a pesar de realizarse en México se sintió la gran ausencia del autor colombiano afincado en la capital y la de su amigo mexicano Carlos Fuentes a los que calificó de “apologistas de tiranos” y de estar excluidos del “paraíso de los bienpensantes”.
“Hay que aprender a decir y a escuchar la verdad: hay que criticar tanto el estalinismo de Neruda como el castrismo de García Márquez”, dijo en una mesa redonda según lo citó el diario El País.
De paso en ese mismo encuentro el escritor chileno Jorge Edwards descalificó a García Márquez: “Es un gran novelista, pero un mediocre político”.
De parte de García Márquez no hubo una réplica ni para Edwards ni para Paz sobre el asunto, aunque un mes después cuando se supo que el mexicano ganó el Nobel le envió un telegrama diciendo: “La Academia Sueca ha enmendado por fin su propia injusticia de no haber reconocido hace muchísimos años tus inmensos méritos de escritor”. Paz murió en 1998 en México.
El incidente con Vargas Llosa es quizá el más famoso y el menos ideológico. Ocurrió en un cine en México en 1976 cuando el escritor peruano le dio sin más un puñetazo limpio en el ojo izquierdo. Los motivos no fueron aclarados por ninguno y esto terminó con su amistad irremediablemente. Pero la dedicación de Vargas Llosa a la obra de García Márquez se mantuvo, antes de la muerte del escritor colombiano ocurrida el jueves en la Ciudad de México, dijo que lo continuaba releyendo.
A propósito de Vargas Llosa y Paz, en ese mismo 1990 el escritor peruano se atrevió a decir que México, que por ese entonces cumplía casi 60 años de gobierno bajo el Partido Revolucionario Institucional, vivía una dictadura perfecta. Paz respondió molesto que en México no había dictaduras militares desde por lo menos medio siglo.
De modo que en algún momento del siglo XX tres premios Nobel latinoamericanos masculinos estaban enfrentados. Al parecer el continente era demasiado chico para estas tres figuras literarias o quizá eran sólo sus niveles de testosterona. Posiblemente hacen más falta mujeres como Gabriela Mistral, premio Nobel en 1945, o verdaderos perseguidos por dictaduras como Pablo Neruda, ganador del Nobel en 1971. AP