El gas lacrimógeno, también llamado “agente de control antidisturbios” es, según los protocolos de guerra de la Organización de las Naciones Unidas, un arma química de baja toxicidad, diseñada específicamente para incapacitar temporalmente a las personas, sin causar daños irreparables o muerte, reseña Diario Las Américas.
Puede encontrarse en el mercado en dos presentaciones: como aerosol de mano y en forma de granada, y en todo el mundo, es ampliamente empleado por las fuerzas policiales para dominar situaciones de disturbio social, aunque su uso desproporcionado, bajo la premisa de que sus efectos son totalmente reversibles, puede convertirse en una violación de la Convención sobre Armas Químicas.
Una historia de combate
Su uso en combate no es nada nuevo, de hecho, los espartanos aprovecharon como recurso bélico el gas sulfuroso en el siglo V a. C. Ahora bien, la historia contemporánea señala que este irritante se comenzó a emplear durante la Primera Guerra Mundial, cuando el ejército francés incluyó, en su arsenal, granadas de 26 mm con gases lacrimógenos, cuyo componente principal era el bromuro de xililo.
Estas granadas, y las versiones en aerosol, se convirtieron en un recurso habitual para contrarrestar las manifestaciones en la Latinoamérica de los años sesenta, y ya en el siglo XXI, siguen siendo la herramienta por excelencia contra la disidencia en las calles, a pesar de que decenas de año de investigación científica han demostrado que se trata de un veneno que afecta la salud del ser humano.
Compuestos irritantes
Hasta ahora, se han identificado más de quince gases en las distintas bombas lacrimógenas, sin embargo los más comunes son: el clorobencilidenemalononitrilo, conocido como CS y disponible en forma de granadas; el cloroacetofenona o CN, frecuentemente vendido como aerosol; al igual que el gas pimienta, cuyo ingrediente activo es la capsaicina, un compuesto derivado de las frutas de las plantas del género Capsicum, como el ají picante.
Cuando se detona al aire libre una granada de CS, se genera una nube de 6 a 9 metros de diámetro, que se va dispersando en la periferia, con una concentración, en su epicentro, de 50.000 mg/m3.
Este gas produce, al igual que el CN, una irritación intensa en los ojos, lo que genera lagrimeo abundante, hipersensibilidad a la luz, conjuntivitis y ceguera temporal. Además, irrita las membranas nasales, la tráquea y los pulmones, provocando una excesiva secreción nasal, sensación de ahogo, tos, irritación de la garganta y el estómago, con inducción al vómito y posible diarrea.
Su acción también produce irritación de la piel, dejando una sensación de ardor, una serie de síntomas que aumentan según los niveles de calor y de humedad a los que se esté expuesto. Adicionalmente, las inhalaciones intensas de CS han demostrado su capacidad de producir neumonitis química y congestión pulmonar, lo que puede llegar a ser fatal.
También se han registrado casos de insuficiencia cardiaca, daño hepatocelular y quemaduras por contacto. Además, algunos de los agentes del clorobencilidenemalononitrilo son potencialmente tóxicos a nivel genético.
Estudios recientes indican que existen algunos factores que pueden agravar el efecto de la exposición al gas lacrimógeno, como el asma, la EPOC, las enfermedades cardiacas y oculares, así como la hipertensión severa. Igualmente, se ha comprobado que los niños y los mayores de 60 años de edad, son siempre los más afectados, sin embargo, tenga presente que el impacto de este gas considerado “no letal”, dependerá de la concentración tóxica de su principio activo, así como de las dimensiones del espacio en el que se use y el tiempo de exposición.
Medidas a tomar
– En los casos de intoxicación leve, es decir, poco tiempo de exposición y en lugares abiertos, lo ideal es retirar la ropa contaminada; lavar la piel con agua fría y una solución ligeramente alcalina; así como enjuagar con abundante anestésico ocular los ojos.
– Si presenta abundante lagrimeo, no lo interrumpa, ya que ayuda a eliminar los químicos, así mismo, evite tragar o escupir si siente un mal sabor en la boca o en la garganta. Beber leche le ayudará.
– Si se trata de una intoxicación intensa, por inhalación o ingestión, como puede ocurrir en lugares cerrados o muy próximos a la explosión, se requerirá asistencia médica, aplicación de oxígeno húmedo con mascara y broncodilatadores.
– Las personas con antecedentes de enfermedades respiratorias alérgicas, asma o enfisema, deben recibir atención médica inmediata.