Cuando analizamos las negociaciones para buscar la paz en otros países, o aquí mismo en Venezuela durante la pacificación con la guerrilla a finales de la década de los sesenta, notamos que fueron siempre los gobiernos los que procuraron esa paz, incorporando a sus contrincantes inmediatamente a la contienda civilizada. Así lo vimos durante el primer gobierno de Rafael Caldera cuando se creó un Comité Pacificador presidido por el cardenal José Humberto Quintero. Entonces se logró por bastante tiempo la tan anhelada paz para Venezuela, surgiendo el período más prolongado de vida democrática que recuerda nuestra historia, la llamada Cuarta República. Aquellos grupos armados que tanta zozobra generaron apuntalados desde Cuba, pretendieron siempre asumir el poder por vía del golpe de Estado militar. No obstante, recibieron el debido perdón de toda la nación, en aras del bienestar y la convivencia cívica de períodos alternativos que estaba naciendo. Varios de los guerrilleros pacificados resultaron a la postre electos como senadores y diputados del viejo Congreso. Nótese: no quedaron inhabilitados, a pesar de los horrendos crímenes perpetrados.
En lo que respecta a las conversaciones que en los actuales momentos se desarrollan en Colombia con la “mediación” de la dictadura cubana (la misma que viste y calza), pues también ha sido el gobierno colombiano quien la ha promovido. Aunque no confiemos en el interlocutor ni tampoco en los posibles resultados favorables para la hermana república, si notamos un deseo ferviente del gobierno colombiano de buscar pacificar los grupos irregulares.
Aquí, en Venezuela, en verdad no hay paz que buscar, porque las protestas pacíficas (de paz) que libran los estudiantes y la sociedad civil jamás pueden parangonarse con esos escenarios vividos en Colombia y en Venezuela. Se emplea el vocablo paz intencionalmente por parte del gobierno para crear la falsa especie -hacia afuera sobre todo- de que está librando una guerra. Pero en Venezuela no hay violencia que no sea con la que las fuerzas represivas del gobierno persiguen a una masa refundida de sociedad civil y estudiantes que por métodos pacíficos protestan y no dejarán de protestar contra un régimen militar corrupto que ha dilapidado nuestra riqueza y conduce a Venezuela por un despeñadero. Pues, en ese escenario, y por el contrario, no es el gobierno el que promueve la paz y el entendimiento, sino que es la MUD, la que, aun convencida de lo forajido que es el gobierno, lo intenta pacificar. Es al gobierno al que se busca pacificar, no a guerrilleros como son, por ejemplo, las FARC. No es lo mismo, ni se escribe igual.
El pueblo venezolano es el que busca la paz, la verdad sea dicha. Los estudiantes ni la sociedad civil están armados. La guerra proviene del Estado que descaradamente emplea las armas de la república para asesinar inocentes e inermes ciudadanos.
¿Quieren la paz?
Pienso, entonces, que esa paz de Venezuela, que consiste en hacer desaparecer el terrorismo de Estado, depende de la voluntad del régimen. La gente seguirá en conflicto por sus reivindicaciones. No es pacificar a los pacíficos lo que se busca sino a los violentos que son los grupos armados o colectivos que con la connivencia de los cuerpos armados del Estado atacan a esa gente. Pero mientras no se cumplan las condiciones mínimas que han exigido los estudiantes y la sociedad civil desde la calle para levantar las protestas, la lucha cívica seguirá. Entre esas condiciones está precisamente la retirada de las fuerzas de ocupación militar cubana, y que se garanticen las libertades individuales: “libertad económica para poder vivir de nuestro propio esfuerzo; libertad de expresión para informarnos y expresarnos sin controles represivos; libertad política para manifestarnos, reunirnos y organizarnos, sin que sea un delito; y libertad para elegir sin que signifique una farsa”. La disolución y desarme de los grupos paramilitares que protege y arma el régimen para infundir el miedo entre los venezolanos, así como también la liberación inmediata de todos los presos políticos. Libertad plena para los que fueron detenidos y el regreso de todos los exiliados.
Si el régimen cumple estas condiciones mínimas del manifiesto de Mérida, es lógico imaginar que pudiéramos vislumbrar aires de paz. Por el contrario, mientras eso no ocurra, el clima de conflictividad irá creciendo cada día y con mayor intensidad.
Desunidos: ni oposición ni gobierno podrán
Las fuerzas que respaldan a Maduro no podrán salir solas de este atolladero. Tampoco la oposición sola lo logrará. En algún momento habrá que sentarse frente a frente, quizá cuando el régimen termine de hundirse.
Si no hay unidad y, sobre todo, reconciliación, seguiremos en caída libre e indefectiblemente el pueblo no solo se morirá de hambre, o de mengua en los hospitales por falta de medicamentos, sino que continuará cayendo a manos del hampa común, así como también seguiremos presenciando asesinatos de jóvenes por parte de las bandas mercenarias o colectivos armados por el gobierno como una manera, para ellos efectiva de “controlar” las protestas. Sin pasar desapercibido el ruin comportamiento de algunos integrantes de la Fuerza Armada venezolana que con saña atacan a la sociedad civil que decidió luchar por un futuro mejor.
Carabobo: ¿rebelde o sumiso?
Abordaré nuevamente el tema de la defenestración arbitraria del alcalde Enzo Scarano. Ayer dijimos que no se puede aceptar pasivamente esa tropelía del Tribunal Supremo de Justicia. Hoy lo ratifico.
Muchos se identificaron con mi posición, otros, por el contrario, pienso que no la entendieron, le hacen el juego al régimen o quizá, desean aislar a Enzo de futuras contiendas electorales. Recuerden: “la política la inventó el diablo”.
Quienes no la entendieron me dicen que mis declaraciones favorecen a Francisco Ameliach porque fomentan la abstención. Por otra parte “connotados” dirigentes partidistas me increpan diciéndome: ¿y qué propone usted? ¡Por Dios, no se puede ser tan lerdo! Lean: mi propuesta es cero pasividad. No estoy llamando ni a la abstención ni tampoco a abandonar la Alcaldía de San Diego, es precisamente lo contrario: a defenderla hasta con los dientes si es necesario. Enzo es el alcalde y punto. Pero no. Aquí quitan a Scarano y no parece importarnos. Ya tenemos otro candidato y todas a las elecciones como si mansamente estuviéramos aceptando la culpabilidad de Enzo por desacatar una orden judicial.
Señores, a San Diego por la vía electoral jamás le podrá poner la mano Francisco Ameliach, porque ese municipio ya conoce quien es el gobernador. Lo que no se puede tolerar es caer en el chantaje de no protestar y de no plantársele al régimen, so pretexto de cuidar las parcelas o espacios de poder que cada vez son más reducidos. O le hacemos frente a la tiranía o ella seguirá avanzando y haciendo lo que le provoque ¿O es que alguien piensa que a Rosa de Scarano, o a quien decidan los sandieganos sea el sustituto de Enzo, no le podrán hacer lo mismo? Y si el régimen se empeña en la cabeza de Rosa y la destituyen, ¿también se aceptará y se volverá a permitir otro eventual proceso electoral?
Destituido y encarcelado fulminantemente
¿Quién puede dudar de que a Enzo lo encarcelaron con el único propósito de apartárselo del camino a Ameliach ante el inminente ascenso del burgomaestre de San Diego a la gobernación de Carabobo? ¡Nadie!, por eso, en caso de realizarse las elecciones, la campaña debe ser manejada de manera de protesta; nunca sumisamente, si se empeñan en promocionar al candidato en lugar de hacer énfasis en el despotismo la abstención sí será monumental. No es la figura del sucesor la que hay que promover, es precisamente en favor de Enzo por quien se debe protestar. Lo mismo vale para Daniel Ceballos en San Cristóbal.
Recordando a Rómulo Betancourt
Algunos estimados amigos no han visto con buenos ojos nuestra sugerencia de reaccionar enérgicamente contra el desaguisado del TSJ y del CNE al convocar elecciones en San Diego, ellos constantemente me reclaman mis posiciones radicales, pues, es oportuno recordarles una cita de Rómulo Betancourt del año 1954, que hoy está más vigente que nunca: “Y la verdad es que nosotros no podemos pensar, en estos momentos precisos, en organizar una acción violenta que venga de los cuarteles a la calle, porque la inmensa mayoría de los oficiales afectos a las ideas democráticas han sido dados de baja, o no tienen mando de tropas, o están en la cárcel o el destierro, o traicionados por el tirano. Si no es posible organizar una acción de este tipo, no nos queda como posible sino la acción popular de masas, constante, valiente, perseverante. Esa acción debe ser conducida hacia una encrucijada en que ya no sea tolerable por el país la existencia de un régimen de usurpación, y la cólera popular se exprese en forma tan avasallante que ya no puedan detenerla las bayonetas”.
@pabloaure
Nota:entrevista de ayer domingo con NTN24
Ver “”No podemos perder el espíritu democrático y el e…” en YouTube – “No podemos perder el espíritu democrático y el e…:http://youtu.be/VRbTm4lUvxs