Demasiadas horas de trabajo y responsabilidades, poco tiempo de sueño, escasos momentos de ocio personal… Cierto es que, ante este panorama, el tiempo para dedicarse a la pareja no es mucho y cuando ambos están juntos es habitual que estén cansados de todo el día y queden pocas energías para la relación. A todo ello se pueden añadir ciertas dificultades como, por ejemplo, que la pareja tenga que vivir en la distancia, que alguno de los dos sufra alguna enfermedad o problema médico, que aparezcan problemas en la sexualidad por desgaste o porque exista alguna disfunción sexual, dificultades con algún hijo, que la suegra viva con ellos en la misma casa… abc.es
Este tipo de situaciones puede derivar en roces, necesidades no cubiertas e insatisfacción en la relación y sacar a relucir lo peor de cada uno. Por eso, es necesario que la pareja esté construida sobre unos pilares sólidos que no se tambaleen ante las adversidades.
Cayetana Hurtado de Mendoza, coordinadora Escuela de Parejas de la Fundación Educativa Universidad de padres, y Mila Cahue, psicóloga de parejas
—Comunicarse de forma abierta y clara y llegar a un entendimiento mutuo será una de las herramientas más eficaces en el funcionamiento de la pareja. Sin olvidar que debe ser acorde lo que uno piensa con lo que uno dice para que exista una comunicación eficaz, decir en cada momento lo que uno piensa y no esperar a que sea el otro el que lo adivine, pues si no se lo comunicamos no tendrá forma de saberlo.
—La pareja es un proyecto en el que se tiene que invertir a diario, la relación no solo se sustenta en el sentimiento amoroso sino que hace falta además atención, cuidados, mimos diarios…etc.
—No dejar de decir cosas bonitas y agradables a diario ayuda a mantener un buen ambiente entre los dos. Además es más barato y saludable que un regalo material.
—Disponer siempre de tiempo exclusivo para la pareja —sin hijos ni amigos—, al menos una vez a la semana, para poder hablar tranquilamente de temas más personales y sin interrupciones.
—Las expectativas con las que uno llega a la relación deben ser realistas y adaptativas; es decir, si se mantienen expectativas muy exigentes en el otro, en lo que nos va a aportar o viendo a la pareja como la responsable de nuestra felicidad estaríamos en un error. Esta actitud traería consigo dependencia de la pareja y una fuente de frustración.
—Debe darse una reciprocidad en cuanto que son dos los individuos que la forman, ambos deben sentir un equilibrio y que los dos reciben y aportan en condiciones similares.
—Nunca dejarse de hablar. Siempre hay que expresar cómo nos sentimos. Si el enfado es muy grande, no dejarse llevar por el impulso y decir cosas que no pensamos y de las que después nos arrepintamos. Dar marcha atrás en este asunto, como si nunca hubiéramos dicho algo, es casi imposible.
—Una relación implica ceder en algunas cuestiones y no imponer el propio criterio.
—El respeto mutuo y la sinceridad serán elementos clave.
—Es muy importante que no se pierda en la monotonía del día a día la espontaneidad y la capacidad de sorprender al otro. Así como el cuidado de los detalles, los buenos gestos, la sonrisa…. todo aquello que al inicio nos sale solo y de forma constante debe seguir manteniéndose.
—No olvidarse de dar el beso de buenas noches.
—Expresar a la pareja en cada momento lo que se piensa y siente libremente acerca de uno mismo y del otro. Es fundamental que la otra persona no tenga dudas acerca de nuestros sentimientos de amor y admiración y, por ello, no hay mejor forma que expresarlo verbalmente y mediante gestos de cariño.
—Mantener el contacto físico y espacios de intimidad. Esto será especialmente importante con la llegada de los hijos, saber buscar momentos y no caer en la rutina. Es muy importante sentirse atractivos y deseados por la pareja.
—No dejar en ridículo a la pareja delante de terceras personas ni en segundo plano.
—No confundir amor con enamoramiento. En una fase inicial existen emociones muy intensas que pueden llegar a nublar el entendimiento e idealizan al objeto amado, en un momento posterior, pasamos a una fase en la que las emociones se atemperan y empieza a intervenir más la razón y la voluntad. Aquí es cuando comienza el verdadero sentimiento de amor y cuando elegimos construir un proyecto con la pareja. No debemos interpretar la calidad de nuestra relación solamente teniendo en cuenta la intensidad emocional.
—Pedir y saber recibir será otra de las habilidades que ayudarán. Es muy importante demandar lo que uno necesita o decir con lo que no se está de acuerdo en el momento en que se necesite y, por otra parte, dejarse cuidar y saber aceptar las críticas constructivas que puede hacer la pareja.
—El objetivo no es tener la razón, sino llegar a un entendimiento o a una solución cuando se produce alguna desavenencia en la pareja. Por ello, será prioritario que la pareja disponga de unas buenas estrategias de afrontamiento activo frente a los problemas.
—El respeto hacia las opiniones, decisiones y proyectos del otro es básico y nunca debe perderse.
—Es importante poner los límites adecuados y llegar a acuerdos en la manera en la que se aborda la familia extensa.