San Cristóbal. al igual que Maracay, aparecen según cifras oficiales del Banco Central de Venezuela (BCV) con una inflación por encima del promedio nacional: 10,2% y 10,5% respectivamente, manteniendo su “estatus” entre las ciudades más costosas del país. lanacion.com.ve
Según el BCV, la inflación durante el mes de marzo se ubicó en 4,1%, para totalizar un acumulado de 10,1% en el primer trimestre del año y en 7 de las 10 ciudades donde el organismo emisor hace la medición se registró un alza de precios superior a la media nacional.
De acuerdo a dichas estadísticas, Valencia es la ciudad que registra la mayor inflación acumulada al cierre de los tres primeros meses del año con 12,3%. El alza anualizada en esa urbe se ubica en 66,1%, la más alta del país.
Se indica que en Mérida, Maracaibo, Maturín y Barquisimeto, el alza acumulada de los precios en el primer trimestre fue de 11,1%, un punto porcentual por encima de la media nacional. Caracas, registra una de las variaciones más bajas del país con 9,1% en el primer trimestre, superada solo por el eje Barcelona-Puerto La Cruz (8,5%).
Con un 4.5% de inflación, San Cristóbal, se ubicó según el BCV, como la tercera ciudad más cara de Venezuela, teniendo en cuenta el índice inflacionario del mes de febrero, el mismo que en enero: 3,3%, lo que dejó a seis de las urbes más pobladas del país con ese índice muy superior.
En el ámbito local, se explica que hay otros factores (alternos) que influyen directamente en los resultados negativos para tal carestía, lo que se refleja directa y concretamente en su misma condición de frontera que en vez de ser un aliciente positivo por el intercambio comercial binacional, es todo lo contrario ya que el diferencial cambiario entre ambos países, deja a nuestra ciudad en desventaja.
Se afirma que la razón fundamental de dicha desventaja, está en que por ese diferencial cambiario, de un peso colombiano por encima del valor real del denominado bolívar fuerte, genera un inusitado e incontrolado contrabando de extracción de un 90% de los productos de la cesta básica alimentaria y de los bienes de servicio y artículos de uso personal, generando una aguda escasez, que a la postre –según el pueblo-, se convierte en una inflación que afecta el bolsillo de los habitantes de la “ciudad de la cordialidad”, pues deben competir en el mismo país, con los precios que se pagan del otro lado de la frontera.