Nidos políticos de Twitter

Nidos políticos de Twitter

Twitter Maduro

“Un político venezolano sin Twitter, es como un ave sin alas; con la paradójica relación que tiene el pajarito de esta red social con la libertad de expresión, que en muchos casos podríamos confundirla con el libertinaje de expresión”.

Pablo Hernández/elToque





Irónicamente la gran mayoría de los dirigentes políticos venezolanos parecen invertir más recursos en su imagen, que en la forma tradicional, es decir, en las calles. Los equipos de trabajo se encuentran enfocados en la imagen mediática del personaje, y no consideran del todo dar respuestas a algunas exigencias ciudadanas. Así lo interpretamos a partir de una entrevista con Laura Homero, una community manager venezolana especializada en cuentas de políticos.

Tejiendo nidos políticos en red
La joven periodista nos cuenta cómo fueron sus inicios: “Me gradué hace unos cuatro años, y la forma más fácil de empezar a trabajar fue justamente llevando redes sociales. Me ofrecí voluntariamente a llevarle la cuenta Twitter a un familiar que es concejal (legislador municipal), él aceptó, y aunque no me pagaron en esa oportunidad, mi estrategia funcionó, en menos de un mes ya tenía un par de ofertas para encargarme de otras cuentas, así empezó todo”.
“Actualmente llevo seis cuentas, cuatro de ellas son políticos opositores, otra es de un sindicalista, y la última de un personero afecto al gobierno. Aunque cada uno tiene sus propios intereses, la estructura de las propuestas que se llevan a cabo son casi idénticas, prácticamente solo cambia el enfoque del contenido a utilizar”, comenta sobre las personas para las que trabaja.

Homero nos explica algunos detalles más concretos de sus tareas: “En todos mis casos trabajo directamente con ellos, me dan unas líneas, yo hago propuestas, y éstas son aprobadas o rechazadas. Es muy sencillo, aunque la cosa se complica en momentos de coyuntura, porque muchos quieren dar opinión pero también quieren mi asesoría; ellos pueden tuitear cuando lo deseen desde su dispositivo, pero en esos momentos siempre me llaman para saber qué pienso y cómo podría afectar el tráfico de su cuenta. Básicamente así funciona para mí, pero sé que hay distintas maneras”.

No es un secreto que en los distintos partidos políticos existen departamentos de comunicación, que son regularmente los que llevan estas tareas mencionadas por la“tejedora de nidos”. Además estas oficinas suelen subcontratar a otros operarios única y exclusivamente para llevar sus cuentas en las distintas redes sociales.
La joven expone que “básicamente se trata de hablar, de decir cosas, de estar presente y decir algo; en segundo plano aunque quizás insertando mayor contenido por así decirlo, queda la propaganda: fotos, obras realizadas, convocatorias, y en tiempo de elecciones ni se diga… solo se trata de eso. Yo creo que podrían aprovecharlo de mejor manera, aunque eso requiere de más planificación; más personal; más costos, ahí en los costos se frenan, si bien es importante, no aprovechan ese valor agregado que tiene la herramienta”.

¿Mal uso del Twitter?
Afirmar que los políticos venezolanos hacen mal uso del Twitter; utilizándolo básicamente para presencia y propaganda, es probablemente una verdad a medias, pues para Homero, no es una realidad, ella sostiene que el mal uso o no de la herramienta lo va a determinar la propuesta.

“Yo creo que no puedes evaluar una cuenta en sí, más bien debes evaluar la campaña, si funciona la estrategia, si cumple los objetivos específicos que se tienen, y ya mucho más grande si ayuda al objetivo mayor… yo a mis clientes les ofrecí en algún momento ampliar el uso de Twitter pero no quisieron”.

Sobre la finalidad de la aplicación para fines políticos y su trabajo opina que “el punto central está en qué quieres hacer, creo que sería más útil estar a disposición de las personas, y como valor agregado puedas hacer propaganda y dar tu opinión, es lo que siempre propongo, aunque también y por experiencia hago la propuesta sencilla que es la que siempre ven con mejores ojos, por el precio menor supongo”.

“Un ejemplo de esto, quizás no el mejor, es la cuenta del Alcalde de Chacao (Caracas) Venezuela, Ramón Muchacho quien recibe quejas, denuncias y planteamientos a través de su cuenta, y no creo que todas sean atendidas pero sí algunas de ellas, eso ya le da una ventaja frente a otros, además en el municipio donde gobierna hay un mayor acceso de los ciudadanos a las redes”.

En América Latina el pajarito es una herramienta indispensable para los políticos, especialmente los que desempeñan cargos públicos; la presidenta más seguida, con 2,6 M de followers, es Cristina Fernández de Argentina, aunque dos de los personajes políticos más seguidos son venezolanos; en primer lugar Henrique Capriles con 4,43 M y muy de cerca el fallecido Hugo Chávez con 4,14 M.

Según investigaciones de twiplomacy, la cuenta más conversadora es la del presidente Rafael Correa, de Ecuador con el 83% de los twetts enfocados en dar respuestas a otros usuarios. La más movida es la de Nicolás Maduro con un promedio de 41 twetts diarios, quizás respondiendo al fuerte impulso dado desde el gobierno venezolano a dicha cuenta, aunque a pesar de ello apenas roza los 2 M.

Son muchas las líneas que podemos entrecruzar para comparar datos, pero ¿quién construye estas redes y sus usos? Presidentes, funcionarios, líderes o dirigentes poseen equipos de trabajo o por lo menos individuos que llevan sus cuentas y por ende gran parte de su imagen, al menos en el país petrolero.

La conclusión de uno de estos “tejedores de nidos” es una reflexión poco entusiasta: “Aunque hay ciertas sensaciones de participación, muchos de los tópicos que se generan responden a poderosas matrices de comunicación, que se dan en distintos niveles territoriales o de poder, es una pugna continua, donde mucho si está controlado”. Es probable que sean los usuarios quienes reclamen mejor uso de las redes por parte de políticos, o quizás intrínsecamente ya sea parte de la agenda ciudadana en la que cientos exigen dirigentes a la altura de los conflictos que vive el país.