El incremento de un 30 por ciento al salario mínimo, anunciado por el régimen de Nicolás Maduro, luce como una nueva estocada al ya vapuleado sector privado venezolano, que se verá obligado a absorber los incrementos de costos sin poder traspasarlos al consumidor, publica El Nuevo Herald.
Antonio Maria Delgado
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Expertos consultados dijeron que la medida solo acentuará los ya agudos desequilibrios que afligen a la economía venezolana —acentuando el alza de los precios y el desabastecimiento de productos— sin brindar gran alivio a los sectores de menos ingresos, los más golpeados por una tasa de inflación que ronda el 60 por ciento.
“Un ajuste del 30 por ciento, cuando la inflación está en 59.3, reprimida, es insuficiente y significa que hay una tendencia de caída en el poder adquisitivo del salario y por tanto un proceso de empobrecimiento”, afirmó desde Caracas Orlando Ochoa, profesor de economía de la Universidad Católica Andrés Bello.
Y en lo que agrava la situación, el incremento del salario generará un severo impacto sobre las empresas que a duras penas se mantienen operando en el país, ya que son obligadas a colocar sus productos a precios controlados como parte de los esfuerzos gubernamentales por reprimir artificialmente la inflación.
“Si el gobierno mantiene restricciones para los ajustes de precios, ya que cualquier incremento tiene que ser autorizado, y hay presión de costos, entonces las empresas se pueden ver obligadas a operar, como ya está sucediendo en muchos casos, en una situación donde los costos están por encima de los precios”, dijo Ochoa.
Maduro anunció el martes el incremento del salario mínimo, argumentando que es necesario para recuperar el poder adquisitivo de los venezolanos, afectado por lo que el año pasado fue la tasa más alta del mundo.
El líder bolivariano, que atribuye el alza de los precios al consumidor a operaciones para desestabilizar a su gobierno emprendidas por el empresariado, ya había incrementado el salario a inicios de año.
“Yo inicié el año defendiendo el salario de la guerra económica del año pasado y teniendo información de que se iba a mantener una guerra de especulación y de acaparamiento […] bueno yo di un primer aumento de 10 por ciento preventivo [en enero]”, recordó Maduro el martes al anunciar el nuevo incremento.
“Ahora con motivo del 1ro. de mayo (día del trabajador) he decidido dar un aumento del salario mínimo nacional y de las pensiones de 30 por ciento para llevar el salario y las pensiones a niveles de defensa necesario para la vida de nuestro pueblo”, anunció.
No obstante, la mayoría de los economistas tiene una visión muy distinta sobre lo que realmente ocurre en Venezuela, atribuyendo la inflación y la aguda escasez de productos a más de 14 años de hostigamiento al sector privado y de acumulación de desequilibrios macroeconómicos, factores que han destruido gran parte del aparato productivo del país.
Para Francisco Ibarra, director de la firma de asesores Econométrica, el anuncio del martes es solo un nuevo paso en el mismo sendero de políticas nocivas.
“Esto no soluciona nada. Lo que hace es seguir alargando esta carrera entre los precios y los salarios”, comentó Ibarra desde Nueva York.
Según Econométrica, Venezuela se encamina de nuevo a cerrar este año con la mayor inflación del mundo, con una tasa que podría ubicarse entre el 75 y el 80 por ciento.
Pero además de alimentar la inflación, la medida anunciada por Maduro también podría desembocar en una mayor escasez de productos, situación que ya está llegando a niveles sin precedentes en la historia moderna del país sudamericano.
Para Ochoa, este incremento de los costos laborales podría terminar siendo la gota que desborde el vaso para muchas empresas venezolanas que ya avanzaban con gran dificultad como resultado del control de precios y de la insuficiencia de dólares para surtir las necesidades de importación.
“Si las empresas, que ya tenían la presión de costos altos, que ya tenían dificultad en obtener dólares, ahora son golpeadas por este incremento de los costos laborales, eso podría llevar a muchas de ellas a producir menos, con lo que se agudizará la escasez”, comentó Ochoa.
Lo que debería hacerse en el país es iniciar una etapa de corrección de los grandes desequilibrios acumulados, pero el gobierno está avanzando en el camino opuesto, repitiendo los viejos patrones que conducen a la automática indexación de salarios a la inflación, y en consecuencia, a la hiperinflación, dijo.
“Tenemos un típico caso de desorden en un país socialista, donde los mercados no funcionan adecuadamente”, comentó Ochoa.
“El gobierno, con los controles de precios, y con los controles cambiarios, y ahora con los ajustes de salarios por decreto, profundiza los desequilibrios y está realmente asfixiando, por un lado a la población, cuyos ingresos crecen por debajo de la inflación, y por otro lado a las empresas, cuyos costos no son cubiertos con los precios regulados”, explicó.
Twitter: @DelgadoAntonioM