Ante los controles de los cuerpos de seguridad para evitar el contrabando de extracción, enmarcados en la llamada “Ofensiva Económica”, el ingenio de los habitantes de la frontera se pone a prueba, llegando a límites inimaginables, para sacarle provecho a cualquier circunstancia que se le presente.
Últimamente, debido a la ventaja que tienen los vecinos de Norte de Santander, con un peso colombiano por encima del valor del bolívar nuestro, se desató un microcontrabando de extracción conocido como el “bachaqueo”: pequeñas cantidades de alimentos, que eran llevados por miles de personas a diarios como si fuera su mercado diario, utilizando bolsas negras y no en cavas como antes, para luego venderlo al otro lado de la frontera. Son transacciones rápidas: entregas la mercancía y recibes el pago en el acto… tres veces más de lo invertido, así informó La Nación.
El negocio parecía renovado y en efecto, así era, hasta el punto que muchos decidieron cerrar sus pequeños negocios y darle “carta abierta” a sus empleados para que fueran a realizar dos o tres viajes diarios debido a la cercanía.
Como la situación fue tan evidente y ya se utilizaban las unidades de transporte Bolivarianos como depósitos de este método del vulgar “bachaqueo”, se iniciaron los controles para evitar que se siguiera con ese desangre de los productos subsidiados de la dieta diaria del venezolano. Allí comenzó a ponerse a prueba el ingenio de quienes viven del negocio del contrabando, ahora no es solo bachaqueo con alimentos, sino con billetes de 100 o 50 bolívares.
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