Varios equipos de expertos buscan en Malasia el supuesto tesoro escondido hace más de 500 años por un sultán malayo ante la llegada de los invasores portugueses a Malaca, un botín valorado en más de 100 millones de dólares, reseñó EFE
La búsqueda del tesoro se centra en una cueva de Pulau Nankga, una pequeña isla de pescadores de apenas 20 hectáreas, rodeada de coral y situada a 17 kilómetros de la costa oriental malasia.
Los equipos creen que fue en esta isla donde el entonces sultán de Malaca, Mahmud Sha, escondió un cargamento de oro, alhajas y joyas para evitar que cayeran en manos de los invasores portugueses al mando de Alfonso de Alburquerque en 1511.
Las empresas están utilizando las más moderna tecnología para encontrar el tesoro, que hasta ahora para muchos formaba parte de una leyenda más propia de “Ali Babá y los cuarenta ladrones” o las aventuras de Sandokán que de una misión científica.
“Basándonos en los estudios realizados hasta el momento, las posibilidades de que el tesoro esté oculto en Pulau Nangka son evidentes” declaró recientemente el director del Museo de Malaca, el profesor Mohd Jamil, según recoge el diario local “The Star”.
“Durante su época de apogeo, los barcos que hacían escala en el puerto de Malaca, pagaban su estancia con impuestos y con regalos, incluyendo lingotes, monedas de oro y joyas preciosas”, precisó el experto.
Mohd Jamil detalló que este tesoro estaría compuesto por “lingotes y cofres con monedas de oro, objetos de decoración, bandejas, estatuas regaladas por naciones extranjeras, títulos de propiedad, reliquias religiosas, armas, trofeos y atributos reales”.
El historiador señaló la actual colina de San Pablo, antiguo emplazamiento donde los portugueses levantaron el fuerte de A’Formosa en Malaca, Pulau (isla) Besar y una cueva en Pulau Nangka, a escasos kilómetros de la costa, como “posibles lugares donde se escondió el tesoro”.
El hecho de esconder el tesoro tan cerca de Malaca explicaría, según Mohd Jamil, que el Sultán Mahmud Sha tratara de reconquistar varias veces la ciudad con el fin de “recuperar las riquezas que había dejado atrás”.
El pasado enero, las autoridades encargaron a dos empresas la búsqueda del tesoro del sultán en la isla Nangka y les dio cuatro meses de plazo para que encontraran alguna prueba.
Smart Partnership International, una de las compañías buscatesoros, encontró dos monedas o medallones antiguos in extremis, en mismo día 30 de abril que vencía el plazo, que al final han resultado ser de bronce y no de oro.
Una tiene inscripciones en jawi (malayo escrito en caligrafía árabe) y otra contiene caracteres en sánscrito y podría datarse de la época del Imperio Majapahit, que abarcó durante los siglos XIII y XIV amplias zonas de la actual Indonesia.
Los responsables de la empresa tuvieron que salir al paso de las acusaciones de que ellos mismos habían colocado las monedas en la cueva de Pulau Nangka para conseguir una prórroga en el contrato de exploración en la isla.
El tesoro del sultán siempre ha estado envuelto en un aura de historias de piratas y leyendas de maldiciones.
Cuentan los lugareños que hace treinta años un grupo de pescadores se adentró en la cueva de Pulao Nangka, donde se encontraron varios cofres repletos de oro.
Sin embargo, no pudieron recuperar nada del botín, ya que entraron en un estado de trance y aturdimiento que atribuyeron a la maldición del sultán.
La historia del tesoro también contribuye a sacar en la prensa a Malaca, una histórica ciudad con vestigios malayos y portugueses que ahora trata de convertirse en una especie de “Costa Dorada” malasia con proyectos turísticos millonarios pendientes de aprobación.
La llegada de los portugueses en Malaca en el siglo XVI dejó otros botines en la zona que ahora buscadores de tesoros de medio mundo se afanan por encontrar.
Es el caso de la nao portuguesa “A Flor do Mar”, que se hundió en noviembre de 1511 frente a las costas de Sumatra con 60 toneladas de oro que habían sido saqueadas de los palacios del Sultanato de Malaca.
Unas 400 personas murieron en el naufragio, incluyendo mujeres artesanas en el bordado de la seda y a niños que habían sido apresados como esclavos para servir en la corte portuguesa, mientras que el virrey Alfonso de Albuquerque y otras cuatro personas lograron salvarse. EFE