El escritor y periodista Casto Ocando explica en el libro Chavistas en el Imperio que las fortunas de la revolución bolivariana aman el lujo y buscan terreno seguro. Esta es la entrevista al periodista Casto Ocando publicada en el diario ABC de España realizada por Emili J Blasco, corresponsal en Washington.
Hugo Chávez y el movimiento que creó situaron desde el principio a Estados Unidos en el centro de sus ataques políticos. Lo paradójico es que muchos chavistas que se han enriquecido en estos años de Gobierno en Venezuela adoran ir de compras a Florida y adquirir mansiones en diversos lugares de Estados Unidos. El libro «Chavistas en el Imperio» investiga el listado de propiedades que muchos de ellos tienen al otro lado del Caribe y pone de relieve los «secretos, tácticas y escándalos de la revolución bolivariana en Estados Unidos», como reza el subtítulo de esta obra del periodista Casto Ocando. Venezolano de origen, Ocando trabaja en la unidad de periodismo de investigación de Univisión, el gran canal hispano con sede en Miami.
—Critican a Estados Unidos, pero les deslumbra.
—Es algo que no me he podido explicar; parecen vivir en una contradicción a la que están tan acostumbrados que ya ni se cuestionan. Durante quince años han difundido un discurso en favor de los pobres y contra el Imperio, algo que doblemente vulneran. Traen sus familias enteras para acá, compran bienes, hacen inversiones, tienen caballos… No estoy hablando de personas al margen de la revolución, sino de su corazón mismo. Este país les encanta porque es seguridad, protección a largo plazo. Muchos buscan salvar su pellejo. Ven que si la revolución se llegara a colapsar, ellos tendrían algo para el futuro en EE.UU. Unidos, no en Rusia o China ni mucho menos en Cuba.
—Son nuevos ricos.
—Ninguna de estas personas, excepto muy contados banqueros, tenía fortuna cuando llegó Chávez. Ninguno de los ministros era rico. Por ejemplo, en el caso de Jesse Chacón, ministro para la Energía Eléctrica, y de su hermano, que llegó a tener un banco, ellos mismos decían que habían nacido en una casa de latón, y de repente comenzaron a manejar fortunas de centenares de millones de dólares.
—¿De dónde sale ese patrimonio?
—Obviamente de las relaciones con el Gobierno, aprovechando sus posiciones de privilegio dentro del régimen. Una de las cosas extraordinarias de Venezuela es que en estos quince años, en los que ha habido un constante incremento del precio del petróleo, se ha movido una enorme cantidad de dinero, como nunca antes. Esto ha generado al mismo tiempo una de las mayores corrupciones también de la historia del país y probablemente de América Latina. Muchas de estas fortunas tienen que ser producto del manejo inapropiado de los recursos públicos, por decir lo menos.
—¿Hay dinero de la droga?
—Muchos operadores militares chavistas se han enriquecido, todos los que tienen poder de manejar tropas, recursos, vehículos y realizar controles en las carreteras del país o en las fronteras, y esto ha representado una enorme fortuna que puede estar en las decenas de miles de millones de dólares. Estamos hablando de cantidades completamente fuera de toda proporción. El Gobierno hasta ahora no ha hecho ningún esfuerzo significativo para impedir eso. En mi libro identifico por lo menos doce grandes capos internacionales de la droga operando en Venezuela, además de la Guardia Nacional, que opera como un cartel.
—¿Quiénes se han enriquecido más?
—Hay fortunas extraordinarias entre militares. Porque el negocio de Venezuela no es solo de droga, hay también tráfico de gasolina, de materiales robados, como el aluminio, y otras actividades ilícitas. Luego está el segmento de los funcionarios, que también han reunido fortunas desorbitadas, como el teniente Alejandro Andrade, que es un caso icónico: un hombre que pasó de ser un simple oficial de la alcaldía de Caracas a convertirse, con su nombramiento de tesorero de Venezuela, en uno de los hombres más ricos. Andrade tiene propiedades y caballos en Wellington, en Carolina del Norte. Y luego están los empresarios y los banqueros, como Víctor Vargas, que también han multiplicado extraordinariamente la fortuna, obviamente utilizando las conexiones con el sistema, sobre todo en relación a la administración de divisas. También hay testaferros, operadores…
—¿Se han beneficiado los Chávez?
—A pesar de que ha habido muchos rumores, me ha sido difícil averiguar algo sobre eso. Es una familia extensa. Adán Chávez, hermano del presidente fallecido, es gobernador. Hay un primo que está ubicado en el puesto clave de la compañía estatal de petróleo, Pdvsa: la oficina de comercialización, que es la que distribuye el petróleo a todo el mundo y tiene un poder extraordinario. También hay operadores en la sombra, como sus sobrinos. Algunos de ellos y otros familiares tienen inversiones en Estados Unidos. Desde el principio la familia Chávez ha estado vinculada a acusaciones de enriquecimiento.
—¿Y las fortunas tradicionales, como la de Cisneros?
—Cuando llegó Chávez, Gustavo Cisneros tuvo una gran dificultad y tuvo que sacar la mayoría de su empresas. Incluso la familia vendió casi todos los bienes que tenían y se quedaron únicamente con el canal de televisión, que ha prestado algún tipo de apoyo al chavismo. Pero ni Gustavo Cisneros ni Lorenzo Mendoza, de Polar, la empresa de bebidas y alimentos más grande de Venezuela, que primero tuvo un acercamiento al Gobierno y ahora el Gobierno lo considera un enemigo, obtuvieron beneficio directo del régimen.
—¿Tienen Nicolás Maduro y Diosdado Cabello bienes en EE.UU.?
—Bajo sus nombres no. No actúan de esa manera. Han sofisticado sus procedimientos, tienen gente que los representa. Por ejemplo, Cabello usa funcionarios del Gobierno o anteriores funcionarios de su paso por la gobernación del estado Miranda.
—¿Cree que Maduro aguantará en la presidencia?
—Creo que las protestas estudiantiles han sacudido no solamente a la propia oposición y al Gobierno, sino también a grupos que se habían mantenido al margen. Noto que en las Fuerzas Armadas también hay polarización, y eso representa una complicación para el Gobierno. La gente está ahora en contra o a favor de Maduro, no hay una posición intermedia. La inseguridad, la represión brutal y su impunidad lleva a mucha gente a preguntarse hasta cuándo se podrá aguantar. Lo que no veo es que la protesta juvenil de por sí tumbe al Gobierno o lo haga cambiar.