“Nosotros como ciudadanos tenemos el deber de hacer ciudad”, dice Oriana Vélez, una joven venezolana que forma parte de un colectivo que se manifiesta con colores y mensajes plasmados en las paredes de las calles. Protesta Creativa, como se hace llamar, nace en medio de la reflexión de un grupo de estudiantes, la mayoría de ellos procedentes de la carrera de arquitectura. Su propósito es vestir la ciudad de murales, tapando ofensas, burlas y pintadas de tinte político, como las que encontramos en casi cualquier esquina.
Por Pablo Hernández
La primera pintura de la historia fue rupestre, hecha con pigmentos naturales en rocas del Paleolítico, dando inicio a un movimiento que llega hasta nuestros días: el muralismo.
En América Latina, el mural tuvo su auge entre 1910 y 1930 en México, Colombia y Perú, principalmente, pero se ha extendido significativamente a todos los países, con un papel destacado también en Chile, Brasil, Argentina y Venezuela.
El muralismo suele estar vinculado a la protesta social o a la campaña política. Hay muralistas clandestinos, muralistas pagados, muralistas políticos y muralistas independientes. Es una práctica aceptada y que en cierta manera se ve con buenos ojos. En buena medida, el mural le aporta una vista mejorada a la ciudad y tiene la dualidad o el poder de llevar un mensaje, algunos de ellos explícitos, otros intrínsecos, pero el mensaje es siempre su pilar principal.
Protesta Creativa
“Sentíamos esa necesidad de aportar nuestro granito de arena de una manera diferente y que aportara algo a la ciudad”, dice Vélez. Mientras tanto, Vanesa Carrizo, otra miembro del movimiento, dice que “eliminar un poco las propagandas políticas, religiosas y recuperar los espacios es, simplemente, hacer ciudad”. Escucha el testimonio de Vanesa en El Toque Radio.
El grupo fundador está conformado por unas 20 personas, todas estudiantes universitarias oriundas en su mayoría de la ciudad de Maracaibo, al occidente del país. Aunque no sólo ha florecido en esta región ya que en el otro extremo del país, en Ciudad Bolívar, otro grupo de personas ha tomado esta iniciativa como propia.
Las actividades se programan los días sábados, nos cuenta Carrizo: “Lo primero que se hace es una búsqueda de lugares, tratando de encontrar los puntos donde se pueda recuperar el espacio y que éste sea bastante transitado, tanto por peatones como por vehículos” Y continúa: “Después de decidir la localización, seleccionamos los materiales reutilizables y, acto seguido, recibimos bocetos y damos asesoría, a la espera del día que es cuando se elabora”.
Según nos cuenta Vélez, “las temáticas escogidas responden a problemas sociales y no políticos”. La primera protesta comenzó el 29 de marzo pasado, con el tema sobre “La unión”, mientras la última, el pasado 3 de mayo, fue sobre “educación”.
Los vestidos puestos en las calles venezolanas
A ciencia cierta los murales no son extraños en Venezuela. Desde la llegada de esta práctica al continente, artistas venezolanos como Cesar Reginfo o Gabriel Bracho han trabajado en esta disciplina que no ha tenido una trayectoria constante en nuestro país.
Desde la “Revolución Bolivariana” se ha acentuado, principalmente en el sector oficial. De hecho, diversos colores se lucen en las calles de Caracas y de otras ciudades del país. Las temáticas son diversas pero todas están íntimamente ligadas a la política a través de mensajes sobre los contextos históricos, personajes, instituciones del Estado, o mártires de la Nación.
El muralismo es un método antiquísimo aunque su efectividad como manifestación queda en entredicho. No obstante, durante generaciones se ha mantenido y seguramente se seguirá manteniendo este tipo de prácticas como método de protesta.
Un pensamiento, un boceto, una descarga, unas gotas de sudor, unas manchas de pintura en la franela, otras tantas en el piso. Una historia, una consigna visual, un mural; otra opción para cambiar gritos altaneros inentendibles por paredes que hablan en voz baja.
Fotos: Protesta Creativa