Rafael Díaz Casanova: Mensaje confuso

Rafael Díaz Casanova: Mensaje confuso

Viajar es una actividad que le ha fascinado al hombre desde que pudo construir una nave. No los vamos a fastidiar con una historia que no es desconocida sobre los albores de la navegación tanto acuática como aérea.

El mundo se hizo pequeño cuando los hombres se aventuraron a recorrer el mar y cuando los primeros aviadores surcaron los aires con sus elementales máquinas voladoras, las distancias se hicieron breves.

El régimen que nos destruye ha sido paradójicamente amplio en el tratamiento que le ha dado por quince años a los boletos de viaje en las líneas aéreas de todo el mundo. Desde que comenzó el pernicioso control de cambios de nuestro aporreado bolívar, el régimen incluyó los pasajes aéreos entre los servicios privilegiados por un cambio oficial del mismo precio que los bienes y servicios importantes para la población y la nación.

No somos capaces de imaginar cuantos boletos se han facturado en bolívares preferenciales con la promesa de que el Estado (esa también aporreada entelequia) le tendría a la disposición de las empresas transportistas, dólares a la tasa preferencial de cada momento.

Así se mantuvo contenta a la población pues un pasaje era uno de los bienes más baratos del mundo.

Las empresas aéreas, que no están manejadas como el régimen venezolano, tomaron sus previsiones y como no creyeron la oferta en toda su magnitud, tarifaron sus vuelos a precios por milla volada con el más alto precio del mundo. Nos referimos a tratamiento integral y promedio.

Cada junta directiva o alta gerencia de los transportistas fijó sus tarifas con la sospecha de que la oferta de cambio era dudosa.

Así llegamos a los tiempos actuales en los que el panorama es harto complicado (como diría un cronista chileno). Todo es mentira y todo se encuentra en territorio confuso. Las líneas aéreas acumulan cuentas por cobrar al Estado venezolano por sumas que se ubican sobre los tres mil millones de dólares, mejor dicho, las empresas aéreas tienen contabilizadas expectativas de que les entreguen unos tres mil millones de dólares a cambio de unos veinte mil millones de bolívares. Las autoridades económicas de Venezuela no tienen los dólares necesarios para corresponder esa obligación y otras similares, del terrible funcionamiento monetario del país.

Invocan varios argumentos y el contundente derecho de tener el mango de la sartén y proclaman que no honrarán la deuda sino al nuevo cambio, también oficial pero variable, de Sicad II. Es decir, a una tasa ocho veces más costosa o más barata, dependiendo del lado del mostrador en que nos ubiquemos y de si nos referimos a los dólares o a los bolívares.

Las consecuencias inmediatas serán las siguientes:
1) Como el mercado atiende a leyes inexorables, se reducirá de manera impresionante. Teóricamente, al multiplicarse el precio de los pasajes por ocho, la reducción del número de personas que tienen la posibilidad de pagarlos, baja con un factor mayor.
2) El precio de los pasajes (en dólares) bajarán, con lo que el factor de ocho no será tan pronunciado.
3) Toda la cadena económica que atiende las diferentes facetas relacionadas con las tarifas aéreas sufrirá una contracción importante y por ende se verá obligada a disminuir sus trabajadores.
4) Disminuirá de manera importante la calidad de la oferta y el servicio al que estábamos acostumbrados. También disminuirá el número de empresas que prestarán servicios en nuestros aeropuertos.

Transitamos caminos contrarios al desarrollo del mundo. Este tema se “parece igualito” (sic) al de la gasolina. Lo que pasa es que en este caso la directiva de la empresa petrolera y los conductores del régimen… coinciden.

rafael862@yahoo.com

@rafael862

 

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