Ha renunciado el Rey Juan Carlos. Y lo ha hecho a través de Twitter. Los tiempos cambian, es inobjetable… Escribí este artículo hace dos años, en el medio del escándalo de la Corona española, y hoy lo rescato por su vigencia.
A fines de octubre del año 2003, me encontraba a las afueras de Madrid dictando el primero de una serie cursos sobre ciberpolítica para militantes del Psoe cuando alguien llegó con la noticia de que el príncipe Felipe se había comprometido en matrimonio
El pueblo español quiere a sus monarcas, han sido un referente de unidad dentro de la diversidad española y ello le agrega un soporte difuso al arreglo institucional español, que va más allá de los vaivenes afectivos hacia los partidos políticos y los sucesivos presidentes de gobiernos. A Juan Carlos, en particular, le agradecen el tránsito exitoso a la democracia, en un período nada fácil y la construcción de ese parlamentarismo monárquico democrático que ha funcionado bien durante tres décadas. La Casa Real, empero, está poniendo su mejor empeño por lograr el desamor popular. En el medio de la peor crisis que recuerden los españoles tras la guerra civil, el Rey Juan Carlos sale a cazar elefantes con una conquista amorosa y sufre una caída que le lleva al quirófano. Un viaje inoportuno, exorbitantemente costoso, manejado con extrema opacidad y cuyo objetivo hiere la sensibilidad de la mayoría de los españoles. El Rey salió de cacería, pero le disparó a la Monarquía.
Tan clara es esta herida que recibe la institucionalidad española que otra cazadora de gran puntería como la presidente argentina Cristina Kirchner le atesta a la española Repsol el zarpazo final a las pocas horas del incidente de marras. CFK anuncia la estatización de YPF, y la justifica: “la curva de caída en la producción es como la trompa de un elefante”, mientras Evita sonríe…
Tras el escándalo de corrupción y tráfico de influencias del yerno real ahora este feo asunto del Rey que además, por ironías del destino, es también el presidente honorario de una fundación a favor de la vida salvaje (WWF por sus siglas en inglés). España vive una crisis estructural y, como toda crisis humana, ella induce a identificar culpables. La hora de la abdicación a favor del príncipe Felipe está llegando. De no hacerlo, en la asignación de culpas que hará la sociedad española la Casa real puede llevar la peor parte.
Carmen Beatriz Fernandez