El increíble juicio a Leopoldo se inscribe precisamente en un arrebato de locura, en una práctica típica de terrorismo de estado. Recordemos que la acusación pública por la cual Maduro en cadena pidió su prisión estaba asociada a las tres personas fallecidas a raíz de los acontecimientos del 12 de febrero, Bassil Da Costa, Roberto Redman y Juan Montoya. Estos hechos fueron aclarados gracias a la investigación del equipo periodístico de la antigua Ultimas Noticias y por lo cual están siendo imputados varios funcionarios policiales, quedando demostrado que Leopoldo no tuvo nada que ver con la acusación inicial. Sin embargo, sigue preso.
Apartemos el elemento sicológico, que definitivamente tiene algún peso, para tratar de explicar el por qué el Cabello-Madurismo se mete en tremendo lío nacional e internacional encerrando y retrasando por tanto tiempo este juicio (al momento de escribir esta nota no se tiene información sobre el resultado del tercer día de audiencia).
La primera explicación lógica es que lo hacen para amedrentar porque tienen la percepción de que el pueblo chavista comparte sus valores de odio y venganza política, es decir, se pueden dar el lujo de ser violentos sin que ello implique pagar ningún costo político, lo cual es completamente falso y lo demuestran los resultados de San Diego y San Cristóbal y todas los estudios de opinión. La locura de esos señores es muy mal vista por todo el país y los sectores que tradicionalmente apoyaban al PSUV comienzan cada día a comprar en mayor medida el discurso de la oposición cuando describe las actuaciones del gobierno como autoritarias y rayando en usos y costumbre dictatoriales.
La segunda explicación puede obedecer a un juego de poder interno, donde un grupo del PSUV, liderado por el ala militarista más radical empeñada en aguarle la fiesta a Maduro. La forma irracional como escalaron Rodríguez Torres y Cabello el conflicto estudiantil y el manejo de las protesta, intentando apagar el fuego con gasolina es sumamente sospechoso. Los integrantes de la fallida mesa de diálogo fueron testigos de cómo para tomar una decisión había que realizar cientos de consultas y al final nunca se lograban poner de acuerdo. Lo que Evans describe, parafraseando a Muller Rojas, como el nido de alacranes que rodea a Nicolás, se evidencia en cada actuación del gobierno, que se comporta más como una junta de gobierno militar con un “presidente” civil a la cabeza, que como el sistema presidencialista establecido en la Constitución.
Una tercera aproximación puede ser intentar dividir a la oposición entre demócratas y golpistas o entre derechistas no tan extremos y la extrema derecha fascista, apátrida y golpista, lo cual tampoco lograrán porque una vez evidenciado que el Cabello-Madurismo ha conducido al PSUV a ser la primera minoría del país, la oposición y sobre todo la base social opositora, tiene pocos incentivos para dividirse y seguir en medio del caos y la violencia, teniendo a menos de dos años la elección de la Asamblea Nacional la cual seguramente cambiará el mapa político y permitirá acometer, en forma pacífica y constitucional, las transformaciones necesarias para construir una sociedad próspera, democrática y con plena vigencia del Estado de derecho, sin que ello descarte que el mal manejo de la crisis económica y social obligue al país a tomar una decisión anticipada, siempre apegada a la Constitución. Recordemos las renuncias sucesivas de presidentes en Argentina, por citar sólo un ejemplo.
El increíble juicio a Leopoldo significará un gran error político cometido por el oficialismo. Ni la propaganda o el control institucional impedirán que paguen el costo político de semejante barbaridad. Por momentos diera la impresión de que el plan del Cabello-Madurismo es prescindir de las elecciones, es decir, de la democracia, pero una cosa piensa el burro y otro el que lo arrea. En nuestro país es imposible mantenerse en el poder contra la mayoría, como también lo es hacerse del poder sin ser una clara mayoría. Estamos siendo espectadores en primera fila de la autodestrucción de un inmenso capital político.
Probablemente la única explicación obedezca realmente a que estos señores tienen serios problemas mentales. Recuerden, los tiranos siempre terminan en el basurero de la historia y sus victimas transformadas en héroes.
Les invito a interactuar en twitter a través de la cuenta @carlosvalero08