La Copa Mundial de fútbol inicia el jueves y aficionados a ese deporte, desde los barrios pobres de Río de Janeiro hasta las canchas de India, muestran su pasión por el juego.
Mientras las selecciones nacionales llegan a Brasil, algunos latinoamericanos viajan en la forma menos convencional para presenciar lo que describen como un acontecimiento que sólo se vive una vez. Unos fans chilenos construyeron un remolque de madera con materiales de desecho para viajar juntos y ahorra dinero en hospedaje y comidas.
La obsesión se extiende al reino animal. Un elefante con la bandera de Brasil pintada en la panza y el costado patea un balón de fútbol guiado por su cuidador en un campamento tailandés en la provincia de Chiang Mai. En Colombia, pastores dirigieron dos equipos de ovejas que representaban a Brasil y Colombia para jugar como parte de una celebración de artesanos locales que fabrican ponchos de lana.
Chicos de barrios pobres intercambias estampas de álbumes mientras otros juegan en pequeñas canchas cercanas a Maracaná. En las laderas del barrio de Mangueira, un niño vuela una cometa.
En los días previos al Mundial los jugadores se prepararon jugando partidos amistosos. Los equipos de Túnez y Bélgica sufrieron una dura tormenta en el estadio rey Baduino en Bruselas. Mientras tanto, el estelar brasileño Neymar bromeó con sus compañeros Daniel Alves y Fred luego de una práctica en la Granja Comary en Teresopolis, al norte de Río.
Pero no todo es diversión. Sindicatos brasileños llevan a cabo manifestaciones y huelgas en el contexto del torneo para solicitar mejores salarios.
Trabajadores del Metro de Sao Paulo en huelga que demandan aumento de sueldo se enfrentaron con la policía en una estación del Metro de la ciudad que será sede del primer partido del Mundial. El sindicato dejó de trabajar el jueves e insisten en que mantendrá la huelga, que ha causado un caos en el tránsito de la mayor ciudad de Brasil. AP
Fotos AFP