La caída del nefasto gobierno de Nicolás Maduro pareciera estar muy cerca, pero no por los esfuerzos que está haciendo la oposición venezolana, que a decir verdad, salvo la infatigable, admirable y quijotesca lucha de los estudiantes universitarios, no son muchos, sino por una extraña, misteriosa y oculta negociación que estarían llevando a cabo los gobiernos de Estados Unidos y La Habana.
Fidel y Raúl Castro no son pendejos. Sobre sus escritorios están los informes que muestran la debacle del régimen de Maduro, su indetenible pérdida de popularidad, y el descontento general que hay en Venezuela. Si algo han demostrado los hermanos Castro a lo largo de más de 50 años de dictadura, es que son pragmáticos al ciento por ciento y que no les importa vender a la mamá con tal de permanecer en el poder.
Los Castro harán lo que siempre han hecho: acompañarán a su amigo Nicolás hasta el cementerio, pero no se enterrarán con él. Un congresista norteamericano, con quien conversé hace un par de semanas, durante mi más reciente viaje a EEUU, me dijo que los Castro están dispuestos a dejar que Maduro se caiga, si el gobierno de EEUU les garantiza una fuente de ingresos superior a los 3.8 millardos de dólares que Cuba recibe de Venezuela por concepto de petróleo y a los casi 6 mil millones de dólares que Venezuela entrega a La Habana cada año por concepto de servicios y suministros.
El gobierno de Maduro se sostiene hoy día sólo por dos cosas: el apoyo que le brinda el régimen cubano en materia de seguridad e inteligencia y el apoyo de un importante sector de las Fuerzas Armadas, fundamentalmente generales y coroneles, que administran el presupuesto de casi todos los organismos públicos y que se han venido enriqueciendo descaradamente con los negocios que se hacen desde el alto gobierno para mantener los llamados programas sociales.
Dos elementos sustentan la teoría de que EEUU trabaja soterradamente para ayudar al régimen de los hermanos Castro:
1).- El 18 de mayo de 2014, más de 40 personalidades del mundo político y empresarial norteamericano enviaron una carta al Presidente Obama pidiendo acabar con el embargo que tiene el gobierno de EEUU sobre la isla. Entre los 46 firmantes figuran John Negroponte, ex subsecretario de Estado y ex director de inteligencia nacional durante el gobierno de George W. Bush; el brigadier general John Adams, ex vicejefe de inteligencia militar y ex representante ante la OTAN; y el ex comandante supremo de la OTAN y ex comandante del Comando Sur, James Stavridis.
La lista incluye tres ex subsecretarios de estado para el hemisferio occidental, Jeff Davidow, Alexander Watson y Arturo Valenzuela; el ex subsecretario de Estado Strobe Talbott; dos ex jefes de la misión diplomática en Cuba, Vicky Huddleston y Michael Parmly y la ex congresista Jane Harman.
También firmaron el ex administrador de la Ciudad de Miami, Joe Arriola; los empresarios Jorge Pérez, Paul Cejas, Andrés Fanjul, el cubano venezolano Gustavo Cisneros; el obispo episcopal Leo Frade; el abogado Pedro Freyre y Marcelino Miyares, ex presidente del Partido Demócrata Cristiano de Cuba y veterano de Bahía de Cochinos.
Los firmantes solicitaron entre otras cosas:
1. Un permiso generalizado de viajes para ciudadanos estadounidenses especializados sectores inmobiliario y financiero para respaldar la emergente actividad económica en la isla.
2. Incrementar el apoyo a la sociedad civil cubana.
3. Tomar medidas para asegurar que las instituciones financieras estadounidenses puedan realizar las transacciones requeridas con la debida licencia.
Si esto no fuera suficiente, el viernes 30 de mayo de 2014 el presidente cubano, Raúl Castro, recibió al líder de la Cámara de Comercio de EEUU, Thomas Donohue.
Donohue y sus acompañantes representaron los intereses de más de 300.000 negocios y de unos tres millones de empresas a través de sus afiliados en cámaras estatales y locales.
Quien quiera pensar que estos dos hechos son mera casualidad, que lo haga. Yo no lo creo. Todo lo contrario, pienso que forman parte de una estrategia que tiene el visto bueno de La Habana y Washington.
Los hermanos Castro podrían entregar a Maduro, de la misma manera como dejaron que Hugo Chávez se muriera en La Habana. A los Castro sólo les interesa una cosa: dinero para mantener a flote la paupérrima economía cubana.
Los Castro necesitan sustituir el dinero que llega de Venezuela. Las remesas enviadas hacia Cuba desde el extranjero podrían ser ese sustituto. Las remesas alcanzaron la cifra récord de $2,605 millones de dólares en 2012. Si se suman los ingresos por concepto de envíos de paquetes y equipajes con alimentos, medicinas, electrodomésticos y otros insumos provenientes del exterior el total se calcula en 5.105 millones de dólares, de acuerdo con los datos procesados por The Havana Consulting Group (THCG).
Las remesas aumentaron de 986 millones en el año 2000 a 2.600 millones en 2012. En 2013 llegaron a 2.777.363,411 millones de dólares. Desde Estados Unidos se envían 2.497.031,206 dólares.
Otra fuente de ingresos para Cuba es el turismo: en 2013 viajaron a Cuba 569.232 pasajeros. De ellos, 471.994 eran cubanos o cubanoamericanos, y 97.238 estadounidenses. En 2012 viajaron a la isla 475,936 cubanoamericanos y 98,050 norteamericanos, para un total de 573,986 viajeros.
Si Obama adopta medidas que aumenten las remesas, el turismo y la inversión extranjera en Cuba, la alianza con Maduro podría caerse en cualquier momento.
En mi modesta opinión, Maduro está que se cae, no por lo que ocurre internamente en Venezuela, sino por las negociaciones entre Washington y La Habana.