Dos chicas (una representando a Cuba y otra a los EE UU) simbolizan en un retrato de 1898 la colaboración entre los dos países para vencer a España en la Guerra de Cuba, los vecinos de la calle de San Lázaro caminan por la vía inundada tras un huracán tropical en 1933, una pareja baila en bañador en los años cincuenta junto a una gramola, tres hombres juegan a los dados en un bar, la vedette Tongolele, Sara Montiel, magnates estadounidenses, Beny Moré anunciando un detergente, Fidel Castro en torno a 1960 frente a un avión DC-3 bautizado como el lugar donde inició la revolución, Sierra Maestra… Cuba Then (Cuba entonces), publicado por la editorial neoyorquina The Monacelli Press, es un compendio de la gran colección de fotos de Ramiro A. Fernández, publica 20minutos.es
Acotado por la llegada del castrismo, el volumen ilustra entre sus muchos aspectos la cotidianeidad de todos los estratos sociales, la vida musical, deportiva y política de la isla. “Junto a las coristas, los boxeadores y los acróbatas de circo, he buscado recopilar fragmentos de la vida cotidiana”, dice el propietario del tesoro fotográfico en el prólogo de la antología. A pesar de la abundancia de escenas festivas y rodeadas de glamour, el archivo muestra con la misma intensidad a campesinos, niños sin hogar, cortadores de caña de azúcar en duras jornadas al sol.
Un encuentro fortuito con Fidel Nacido en Cuba y criado en los EE UU desde los nueve años y apasionado de la fotografía, Fernández inició la colección hace más de treinta años y las más de 3.000 piezas del archivo personal documentan el paisaje, la vida cotidiana y la historia del país desde 1850 hasta los años sesenta. Se agachó para darnos la mano (con olor a puro)El conjunto ilustra el recuerdo que mantiene de su país natal hasta que su familia y él se exiliaron de la isla en 1960.
“En mi retina hay, vagamente grabadas, instantáneas de la revolución. Rebeldes en las calles, a veces durmiendo en nuestra casa. Hay en la memoria de Fernández incluso un “fortuito encuentro” con Fidel Castro: “Fue cuando él salía de una reunión en una vivienda cercana. Se agachó junto a mí y mis compañeros de juego para darnos la mano (con olor a puro). Lo único que me interesaba realmente era su séquito de jeeps del ejército y cadillacs negros apropiados. Me encantaban los coches y desde mi perspectiva despreocupada, los hombres barbudos en uniforme eran poco significativos”.