Y terminó saliendo del gobierno uno de los pilares de la destrucción del país, aunque hay que aclarar que demoledores es lo que sobra en la nómina del clan. Pero hay unos dinamiteros más efectivos que otros. Y ese es justamente el caso del dominicano, ingeniero y comunista Jorge Giordani, a quien Chávez aceptó en sus aposentos de la cárcel de Yare por allá en 1993 y de ahí en adelante amor del bueno. Más nada.
Es Giordani el comunista ortodoxo, tipo Unión Soviética, tipo Cuba. Un radical comunista manejando la economía de un país petrolero rentista. Y es justamente por esa chorrera de dólares que han manejado estos incapaces corruptos que Giordani no logró su cometido de acabar con Venezuela antes. Este ingeniero asumió su poder y la posición que le otorgó el comandante muerto como un gran campo de experimento, pues seguramente en su país, República Dominicana, ya empobrecida desde hace años, la ruina la hubiese alcanzado más rápido. Pero no agradeció Giordani que Venezuela lo recibió, le dio empleo, lo jubiló y lo mantuvo viejo y de retiro hasta que lo adoptó como mascota el comandante muerto para darle un segundo aire, hacerlo conocido y otorgarle el poder suficiente para que intentara, como en efecto lo hizo, empobrecer al país a tal punto que de todos votaran por Chávez bajo la consigna de que “necesitamos a los pobres. Ellos son nuestro capital político”. Palabras santas de Giordani, el dinamitero de Venezuela, el C4 de la economía nacional.
Deja Giordani, como el comandante muerto, su legado. Un legado cargado de ruina y mentiras. De engaños y cifras manipuladas. Un legado que no significa sino retraso y machorreo. Pero, a estas alturas de la caimanera comunista, vale la pena establecer con la mayor precisión posible por qué Maduro, un líder que no es líder ni en su casa según Giordani, botó a Giordani ¿Por qué le dio una patada por el paltó en pleno Mundial de Fútbol? Es verdad que se esperaba la salida de al menos dos de Los Tres Chiflados de la economía desde hace año y medio. Los Tres Chiflados de los números de este proceso pirata son Nelson Merentes, ya botado y esperando otro cargo; Jorge Giordani, ya botado pero después de la carta lo mejor es que se vaya a República Dominicana otra vez y, claro está, el inamovible Rafael Ramírez, el hombre de las valijas voladoras y de los secretos íntimos de la revolución. Ese no saldrá jamás por mucho que acabe con Pdvsa como lo está haciendo. Pero Maduro bota a Giordani por ¿las denuncias de corrupción? ¿Por su fracaso con la economía? ¿Por no compartir su proyecto ortodoxo basado en la economía comunista? ¿Por caerle mal o malísimo? ¿Maduro bota a Giordani por incapaz o por sus conceptos jurásicos de la vida? ¿Lo bota por conspirador y golpista? Pues ninguna de esas. Maduro lo bota por sobrevivencia. Ya Giordani no cuadra en este esquema de civiles arrodillados a los militares nuevos y viejos, a los jefes nuevos y viejos. Giordani es demasiado ancestral y retrasado para cuadrar en los esquemas de corrupción que vienen y que se conocen históricamente como raspado de olla. Y eso es lo que viene. El final y el raspado de olla.
¿Podrá un geógrafo, otro improvisado, que ya acabó con las industrias del país, con la macroeconomía venezolana? Claro que no. Pero eso no importa. A esta gente no le importa nada.
Lo dicho. Esto va para peor. Con Giordani o sin Giordani. Ya el mal está recontrahecho.
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Publicado originalmente en el diario El Universal (Caracas)