Algunos ven la caída en las encuestas de un mandatario y confunden legitimidad con popularidad. No, puede haber un presidente con baja popularidad y su autoridad es plenamente reconocida, Caldera II por ejemplo. Otros se confunden con el concepto de legalidad: Maduro es legalmente el presidente porque las “instituciones” así lo han determinado, ello no quiere decir que sea legítimo. Lo que deslegitima al actual presidente -más que su caída en las encuestas- es que esos mismos estudios de opinión revelan que apenas un 36% piensa que el poder es ejercido por Nicolás Maduro, o sea un 64% piensa que otro lo ejerce o no sabe quien, ergo su autoridad no es reconocida. Lo que plantea una crisis de legitimidad es el uso de la represión, el chantaje o la coacción social pues es fundamental que el reconocimiento de la autoridad sea voluntario. No es legítimo el poder que ejerce un delincuente cuando le encañona, ni el de un presidente? que amenaza con colectivos armados o con el uso de fuerzas militares. Por otra parte, puede existir un poder legítimo que no es producto de elecciones sino de sólidas tradiciones, el Rey de España, por ejemplo. Ello no pone en duda que lo electoral es una fuente de legitimidad pero el tema está referido también a la fortaleza institucional: Maduro “ganó” las elecciones y enfrenta una crisis de legitimidad. Capriles “perdió” los comicios pero es un líder legítimo del país. Todas las encuestas reflejan que los venezolanos le reconocen como líder de la oposición, incluso los afectos al gobierno. En todo caso, la legitimidad no solo es ganar una elección sino que debe ser reafirmada en cada acto de gobierno, su ejecutoria diaria apegada a la “justicia” (en su amplia acepción) es esencial para el reconocimiento voluntario de la autoridad.
Es Maduro quien socava su propia legitimidad cuando actúa con indolencia en el caso Simonovis o con injusticia ante los estudiantes, cuando criminaliza a la disidencia, amenaza o de cualquier manera, viola nuestra Carta Magna. Son esas actuaciones las que motivan un desconocimiento de la autoridad y no es un acto insurreccional, sino una condición que gravita en la opinión pública. Quien lesiona la legitimidad de Maduro es Giordani al exponer el vacío de poder y sus notables carencias de liderazgo. Es Diosdado Cabello jugando “para atrás” en las sombras. Es la inocultable presencia cubana en las altas esferas del poder, la carencia de autonomía de los poderes públicos y la pobreza institucional de nuestra FAN. Es el propio Maduro quien admite la carencia de legitimidad cuando exige amenazante que se le reconozca y vive con ese llantén. Nada más elocuente de esa crisis que ver al Presidente de la AN obligando a tal reconocimiento. Si, Nicolás eres ilegitimo.
Twitter: @richcasanova
Dirigente progresista / Vicepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.