La policía brasileña lanzó gases lacrimógenos este sábado para dispersar a cientos de manifestantes en las afueras del estadio Maracaná de Rio durante el partido entre Colombia y Uruguay, constató la AFP.
Unos 350 manifestantes antiCopa marcharon hacia el mítico recinto, fuertemente resguardado por unos 250 policías que consiguieron dispersarlos y evitar que se acercaran al estadio.
Al menos tres manifestantes fueron detenidos.
Los manifestantes gritaban “fascistas” contra miembros de la policía antidisturbios, que iba acompañada por una treintena de vehículos policiales.
“Esto no va a parar con la Copa del Mundo. Aún cuando Brasil gane el Mundial eso no va a mejorar en nada la vida de la gente pobre, de aquellos que viven en las favelas, de los desposeídos”, dijo Pablo Rodriguez, un manifestante de 31 años.
Masivas protestas sociales estallaron hace un año, en plena Copa Confederaciones, cuando más de un millón de brasileños salió a la calle para condenar los gastos públicos de 11.000 millones de dólares destinados a la organización del Mundial en lugar de invertirlos en hospitales, escuelas o transporte.
Pero las últimas concentraciones han sido mucho más pequeñas, demostrando que los brasileños ahora están más preocupados del fútbol o temerosos de la violencia que se ha desatado regularmente en las protestas.
Grupos como los Black Bloc suelen protagonizar hechos de violencia y enfrentarse con la policía.
Este sábado, mientras la mayoría de los brasileños se vestía de verde y amarillo para apoyar a la Seleçao – que más temprano se impuso sobre Chile en Belo Horizonte en un dramático partido que llegó a penales – un manifestante de la etnia indígena tupi afirmó que no hincharía por Brasil.
“No sé si van a ganar o no la Copa, eso no va a cambiar nada”, dijo a la AFP.
Hacia el final del partido en el Maracaná de Rio de Janeiro, que Colombia ganó 2-0, la protesta ya se había dispersado casi completamente. AFP