Ahogada la economía por un sistema cambiario absurdo, concebido por el trio que ha dirigido la economía, ha planteado Ramírez la necesidad de una modificación importante en la política cambiaria. En efecto, este adefesio cambiario que tiene Venezuela fue implantado y aplicado por Giordani, Merentes y Ramírez quienes han venido cometiendo error tras error. Al eliminar el SITME en febrero de 2013, inventaron el SICAD I mediante un sistema de subastas altamente complejo e impráctico que murió al nacer.
Posteriormente revivieron al SICAD I con un conjunto de asignaciones semanales de divisas que Ramírez vendió a la opinión pública como un sistema permanente que aseguraba la entrega oportuna y fluida de divisas. Ello obviamente no ha sucedido. A comienzos de este año el gobierno le declaró la guerra al dólar paralelo al que prometió derrotar con el llamado SICAD II, el cual de nuevo fue presentado por Ramírez como la solución para quebrar la hegemonía de ese dólar y así reordenar la fijación de precios. A tres meses de funcionamiento, el SICAD II ha degenerado en una versión similar a lo que fue el SITME.
Mercadeado por Ramírez como un sistema libre, sin tope a la tasa de cambio ni a la demanda de divisas, muy pronto la realidad reveló que el SICAD II, tal como fue aplicado ha dejado una demanda de divisas insatisfecha, lo que ha hecho rebotar la tasa de cambio paralelo hasta la vecindad de Bs 70 por US$.
Como a la tercera va la vencida, Ramírez promete una nueva estructura cambiaria, esta vez basada en la unificación de las tasas de cambio. Lo dijo en Londres hace quince días y lo volvió a decir al presentar el Informe de Gestión de PDVSA correspondiente a 2014. Dejemos que sea el mismo Ramírez quien explique su nueva criatura. Dice el vice presidente para Área Económica: “Para este año (segundo semestre de 2014) debe estar listo ese nuevo esquema cambiario pues el que tenemos no ha resultado adecuado para la economía”. No han dado resultado los dos anteriores que él ofertó como la solución a la crisis cambiaria que sufre Venezuela.
Sigamos con Ramírez quien explica las virtudes de su nueva política cambiaria: “Las tasas de cambio tienen que converger porque el mercado paralelo y las distorsiones que se han creado son absolutamente inconvenientes”. Todo eso es verdad, pero esos son los resultados que las políticas del trio contribuyó a gestar. Pero explicando complica. A Ramírez se le puede aplicar aquel dicho muy venezolano de que no expliques tanto que complicas. Ramírez pareciera que no reflexionara bien las cosas que afirma. Si se va a unificar las tasas de cambio oficiales que es lo que se supondría, es obvio que la cotización de Bs 6,30 por US$ desparecerá para dar paso a algo así como a una tasa de cambio en el entorno de los Bs 20 por US$. Sin embargo, Ramírez afirmó lo siguiente: “La unificación no implica el levantamiento del control de cambio, sino que más bien apunta a poner las divisas, las más económicas, para temas sustanciales, que hasta ahora se ha hecho con sistemas complementarios, y responden más a una situación coyuntural que debe enfrentarse”. Esto es un verdadero galimatías. Ramírez debería buscar al hasta hace poco director del BCV, Armando Léon, para que lo ayude a decir lo que quiere decir pero no dice, por aquella labor de traducción de disparates que hacía León para tratar de explicar lo inexplicable.
Ramírez lo que no quiere decir es que viene una macro devaluación con la supuesta unificación de los tipos de cambio oficiales, si es que esta definitivamente se materializa, una vez que el gobierno pase el golpe que le ha proporcionado Giordani con su carta. Con el actual exceso de liquidez existente en la economía derivada fundamentalmente del financiamiento del BCV al déficit de caja de PDVSA, la unificación cambiaria es un verdadero riesgo, aunque es la orientación correcta para la política cambiaria. Agréguese a ello tasas de interés para el ahorro deprimidas, que incentivan la compra de moneda extranjera. El gran problema es que Ramírez ni nadie de su elenco han definido el propósito de la nueva política cambiaria. El gráfico adjunto muestra la relación entre liquidez en bolívares y las reservas en dólares en manos del BCV.
Como es evidente, de esta tasa de cambio implícita de la economía que ha resultado ser un buen predictor de futuras devaluaciones, se deduce que un dólar estaría costando un máximo de Bs 65 al cierre de junio de 2014. Claro a este nivel no se unificarán las tasas de cambio, si es que el gobierno deja el titubeo y adopta la medida, aunque si indica el curso futuro del tipo de cambio.