Estamos heridos, los venezolanos estamos muy heridos. Nuestra llagas están abiertas, ulceradas y purulentas. Y son muchas.
Tanto sufrimiento nos ha hecho muy sensibles, tan sólo se nos toca y gemimos de dolor. Largos, larguísimos años de latigazos morales y políticos nos tienen deshechos.
No cicatrizan nuestras llagas, están a flor de piel, muy vivas. Caminamos magullados, desgarrados, nuestra voz desabrocha una estridente amargura en cada aliento.
Cuando cicatricemos, si lo hacemos, esas cicatrices marcarán la piel nacional a lo largo de este siglo.
Serán cicatrices imborrables.
La insensibilidad como política
En un país lleno de llagas abiertas, magullado y herido, debemos ser muy respetuosos y sensibles ante al dolor humano. Cualquier roce inoportuno puede representar el más enconado y justificado de los gritos.
Recordemos que una de las contradicciones y causas de la debacle de la cuarta república -que Chávez astuta y engañosamente supo capitalizar para llegar al poder- fue su insensibilidad y desprecio ante el dolor humano.
Si analizamos a líderes antiguos -digo antiguos, pero son actuales, perennes, inamovibles y eternos- y acomodados del bipartidismo adeco copeyano como Henry Ramos Allup o Eduardo Fernández, descubriremos, pese a su elocuencia y coherencia discursiva, una arraigada insensibilidad por los padecimientos reales del venezolano.
Simplemente ni los sufren, ni los entienden, ni les interesa. Para ellos, los padecimientos son abstracciones no realidades sentidas. Su desapego es notorio e inequívoco. Su antigüedad ha hecho que empeoré su abstracción e indiferencia.
Ramón José Medina es discípulo de esa cultura política. Sus recientes declaraciones lo demuestran. Responsabilizar a Leopoldo López de haber planificado su propio e inhumano encarcelamiento no sólo fue irresponsable, fue despreciable e insensible.
No es sólo dolor lo que padece Venezuela, estamos ante una tragedia humana de proporciones históricas.
No entenderlo, no padecerlo, no es falta de compromiso con la democracia, es insensibilidad ante lo que la origina y justifica: el ser humano.
¿Mal chiste?
Conozco a Ramón José y jamás podría decir que es una persona sin determinación o falta de compromiso. Por lo que presencié es un incansable luchador, dedicado y lúcido.
En lo personal, pese a la crítica política –a veces acerba- que hago de la Mesa de la Unidad (MUD), tengo mucho que agradecerle, no olvidaré cuando lanzaron la bomba en mi casa y él fue personalmente a apoyarme horas después del suceso.
Sin embargo, en una Venezuela con tanta herida abierta, la determinación, el compromiso y la lucidez, sin sensibilidad, son insuficientes.
Es honroso pedir disculpas y reconocer el error cometido, pero llamar “mal chiste” -¿chiste?- a su sarcástico comentario no sólo reconfirma su insensibilidad, además demuestra que no entiende la desconsoladora y cruel tragedia humana que está viviendo Leopoldo, su esposa, su familia y el país.
No entender ese dolor humano, esa atroz tragedia, nos hace pensar que Ramón José no está sufriendo en carne propia las bestialidades y sañas de la dictadura. Al no estarlas padeciendo, banaliza el mal y hasta se burla de la oprobiosa prisión de López.
Lo grave del error de Ramón José no deriva exclusivamente de su falta de respeto a Leopoldo, va mucho más allá: su “mal chiste” nos dilucida la insensibilidad de la dirigencia de la MUD ante la calamitosa dictadura venezolana.
¿Será que no la están padeciendo?
El coro de la infamia
En estos días, hemos escuchado con asombro a Henrique Capriles, Ramos Allup, Ramón Guillermo Aveledo y a Ramón José Medina, incluso a Gerardo Blyde (de él nos ha dolido y entristecido muchísimo, sabemos que Gerardo no es así), esgrimir los mismos exactos argumentos y en el mismo momento, a sólo horas de diferencia, que han levantado Nicolás Maduro y Diosdado Cabello contra Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma y los estudiantes, por su propuesta de movilización y reivindicación democrática conocida como “La salida”.
Un coro infame ha unido a la MUD con la dictadura. No sólo se dieron la mano, abrazaron insólitamente sus discursos y visiones.
¿Casualidad?
Demasiada exactitud narrativa, demasiada correspondencia de tiempos, como para considerar que fue el cosmos lo que unió.
Lo he dicho en anteriores entregas y lo corroboro: el diálogo fue el espacio donde los extremistas del desprecio, donde los eternos radicales de la insensibilidad, se dieron la mano para abofetearnos su indiferencia.
No hay ni habrá jamás explicación para semejante circo.
Es notorio que sus participantes no están sufriendo las calamidades de la dictadura. No sería posible semejante cinismo. ¿Quién puede dialogar, sonreír y abrazar a quien ha encarcelado, torturado o asesinado a tus hermanos e hijos?
La MUD está secuestrada por la insensibilidad. Algunos de sus dirigentes están enchufados con el desprecio y la indiferencia. Hay que reinventarla.
Por el beneficio de la Unidad y como muestra de su determinación y entrega, Ramón José debe renunciar. Si no lo hace, no sólo confirmará su insensibilidad política, hará más grande e incurable la llaga que la dictadura le ha causado a Venezuela.
No hay opción, la desgarradura es honda, evitemos el desangre.
@tovarr