Habrán dos precios, oficial y paralelo, y una intensa contracción económica
En el principio: acaben con el mercado
La revolución no cree en el mercado, no hay arbitrajes, todo se raciona, su principio distributivo se basa en restringir la oferta, es componente del control político, les es inherente. Ello permite el control de la demanda, y como colateral, el control del ciudadano, la factura es redistributiva y será atendida por vía fiscal, aun con mayor énfasis en un país como Venezuela donde el windfall petrolero de un 8-9% del PIB, una suma nada desdeñable en manos de políticos, pero en una sociedad más pobre, porque la pobreza global es el espejismo ideológico del socialismo, sin pobres no hay socialismo.
La restricción de la oferta de bienes y servicios se ejerce para controlar precios, esto se funda en la ilusión que así los precios no suben, y como la demanda en esas condiciones no es satisfecha, el racionamiento es convocado para cruzar los controles también sobre la demanda. Colateralmente, ello impone severos costos –económicos y políticos- sobre los individuos y sus empresas, en el marco global de control sobre el ciudadano en lo político, pero con la pérdida de una buena cantidad de grados de libertad que le impide ejercer sus incentivos económicos; su productividad cae y es “compensado” políticamente con el incremento de su dependencia del gasto gobierno; es decir, de la acción redistributiva del gobierno, con el reparto de la renta, incluida la del petróleo, pero empobrecido económicamente hablando.
Este mecanismo es masivamente utilizado en los esquemas comerciales del gobierno, formales e informales, para la venta de alimentos y otros bienes, durables. En el corto y mediano plazo, el efecto neto de esas restricciones sobre la oferta de bienes y servicios es pobreza, el escenario más apropiado para el control político, con considerables efectos redistributivos negativos dado que la hiperinflación es concomitante a el entorno económico que asienta controles, racionamiento, escasez y expansión del gasto público a través de la monetización del déficit fiscal que paga los esquemas redistributivos. Un círculo vicioso que impacta el poder de compra del bolívar y prepara su devaluación. El entorno es hiperinflacionario.
Control de cambio extremo por caída de renta petrolera:
Lo mismo ocurre con el mercado de divisas, dólares, la analogía es completa. El control de cambio se establece para racionar liquidez internacional para importaciones y otras transacciones en divisas al individuo y sus empresas. El control sobre las divisas -reservas internacionales- del BCV ha venido operando sobre una falsa imagen política de un hecho económico elemental, según el cual los petrodólares son del gobierno; del pueblo, con lo cual la redistribución vía mecanismos de control, CADIVI, CENCOEX y SICAD se ejecuta para proteger los petrodólares.
En principio, un dólar como un par de pantalones son de todo aquel que desee (pueda) comprarlos en condiciones de libertad económica, esta es suprimida, y la libre convertibilidad de la moneda eliminada, el racionamiento obedece, ya no solo a escasez de divisas, lo cual es el subyacente de todo lo que acontece hoy, sino a un mecanismo de control ciudadano, necesario para galvanizar el control de cambio, y de precios justos.
El síndrome resultante es natural, en un mercado controlado, las divisas que circulan o disponibles serian exclusivamente las que el gobierno-PDVSA genera vía renta petrolera. El resto de las divisas, o liquidez internacional compuesta en ahorros de la gente, de empresas, son alienadas del mercado por el control de cambio, la puerta que se cierra saliendo es la misma que se cierra entrando, con lo cual el planificador se garantiza que el administra la escasez generada por el mismo control de cambio.
De esta manera, tenemos que el 100% de las divisas transadas o adquiridas bajo los esquemas de control de CENCOEX y SICAD provienen de las exportaciones de petróleo, y como la renta petrolera viene cayendo –su flujo de caja- por caída de la producción, de la inversión, alza de costos y elevada deuda y pasivos de PDVSA, el impacto en los mercados lo vemos con el racionamiento extremo de divisas, que devela una severa crisis financiera que corre en PDVSA.
Acotemos que la historia muestra en periodos sin control de cambio que la mitad de las divisas transadas en el mercado vienen del petróleo, la otra mitad de los flujos naturales hacia y desde por inversión extranjera, ahorros y flujo de caja de las empresas. El impacto combinado sobre el precio del dólar en mercados alternos, paralelo y negros es inmediato, se dio en Octubre del 2012, estábamos entrando en crisis de balanza de pagos, los dólares comenzaron a escasez en los mecanismos de control de cambio uy las reservas a caer precipitadamente.
El caos financiero y los controles
Esa restricción evoluciona en caos, cuando las divisas del gobierno caen por efecto de los mismos controles, pero en esencia, por el crecimiento del Estado/Gobierno, fenómeno que genera un déficit fiscal financieramente inviable, quizás solo bajo el argumento global de un voluminoso crawding out de la actividad económica privada, lo que observamos en el sector financiero en virtud del colosal endeudamiento interno –en bolívares- para administrar parte del déficit fiscal. Por ese perverso esquema de crecimiento basado en el gasto del gobierno y el Estado, la demanda por divisas cae en manos del Estado y sus empresas, quien se convierte en el mayor demandante de dólares.
No olvidemos que en el 2006 el gobierno autorizo a instituciones del Estado, gobernaciones, alcaldías, empresas, e innumerables instituciones administrativas del Estado a abrir cuentas en divisas en la banca internacional para eludir el control de cambio CADIVI. Cuando los dólares se acabaron hacia principios del 2013, Min Finanzas y BCV procedieron a raspar esas cuentas y centralizar esas divisas, pero se encontraron que en esas cuentas ya no había divisas.
En estas condiciones el link entre el déficit fiscal y el déficit en balanza de pagos -flujo negativo de divisas en el mercado cambiario bajo control- es estrecho y está gobernado por los mismos incentivos; pero como el sector privado emerge restringido en volúmenes y en precios, surgen mercados alternativos, donde los precios se arbitran con la lógica de escasez creada por el control.
Control de cambio, hiperinflación y contracción económica
Así, se abre una brecha entre ambos precios, brecha que responde a la dinámica con la cual el volumen de divisas disponible se las va comiendo el planificador, sus empresas, el Estado/gobierno, su demanda es infinita, y el mercado bajo racionamiento declara que lo estratégico y fundamental está en el sector público. Así se forman dos precios, un precio para el racionado, en un mercado residual, más bajo pero escaso, y el otro precio –libre o paralelo- más alto reflejando cierto arbitraje, más abundante – en teoría- pero más costoso.
En relación a los precios de los bienes y servicios regulados, les ocurre lo mismo, el gobierno fija unilateralmente precios, márgenes y costos de reposición, estos se envilecen, por lo que el mercado paralelo explota, la demanda privada se concentra allí, y como el precio es el ánima de la economía, su impacto se trasfiere a los precios promedios materializándose en la hiperinflación causada por el enorme déficit fiscal.
Ese déficit fiscal ha sido monetizado dado que la renta petrolera en declive, no pudo compensarse con los flujos de deuda externa desde el 2011 cuando el flujo de caja de PDVSA se hace negativo frente a unos de sus acreedores, impuestos dividendos y regalía, al gobierno –fisco para un Estado que se apropia del 67% de la economía, con empresas en su poder que no generan ‘renta” sino que se comen la que hay bajo trasferencias y precios.
Devaluaciones en curso, vienen otras
Los precios y la hiperinflación nos llevan al punto de equilibrio, a una severa contracción económica, la cual reduce, -en términos del poder de compra del bolívar devaluado – a la mitad el volumen del PIB, medido en dólares!! Es un fenómeno espontaneo, pervertido por los controles, las regulaciones y el racionamiento, sus precios se restringen, así ocurre con la oferta, nacional o importada, la escasez y el racionamiento. Así, antes que resolver el conundrum, se pervierten porque el arbitraje de precios se trasfiere por las rendijas del mercado y sus costos de reposición o esperados a los anaqueles en los comercios, particularmente en supermercados, el 60% de los víveres que consume el venezolano es importado. El déficit fiscal nos trajo entonces la hiperinflación.
Frente a esos mecanismos mencionados, tenemos dos realidades; una económica y la otra monetaria, equivalente con la primera. Entre el déficit fiscal y la escasez de divisas, en un país petrolero como Venezuela, opera una lógica endemoniada, cuando el agente principal es el gobierno, es quien compra y vende bienes y servicios, y además redistribuye y vende las divisas: todo déficit fiscal tiene su déficit en la balanza de pagos, es decir, si hay dificultades para pagar en bolívares, también las hay para pagar en dólares, en otras palabras escasez de bolívares y dólares.
Pero como la economía del estado-gobierno ha crecido (hasta 64% del PIB desde 23% en 1999) fenómeno que se observa en el déficit del gobierno (fiscal), la escasez aprieta, el BCV acelera la impresión de billetes, la demanda crece junto a los precios, el camino de la montaña rusa aparece al frente. La liquidez monetaria creada por el BCV para financiar los bolívares que faltan en el gasto del gobierno ha triplicado en cinco años. Por ello, el mercado del dólar pierde sus atributos naturales, los que el gobierno raciona lo harán a un precio envilecido por la política, del planificador que decide el precio en moneda nacional. Pero como las necesidades no son satisfechas, el gas requiere de una rendija.
La cacería “de mentira” del dólar paralelo
Así con la devaluación de Enero a 6.3 Bs/$, siguió el primer fiasco de Ramirez, la reforma del SICAD I, introducido en Marzo 2013 supuestamente parta cazare el dólar paralelo que ya marcaba 45 Bs/$ expresando una clara señal de que la crisis en balanza de pagos estaba en curso, fenómeno que se apreciaba en la escasez de bienes y servicios básicos y la deuda creciente en CADIVI. Ya en esa fecha seguíamos la improvisación y desconocimiento del fenómeno cambiario, el control de cambio, era ya la mayor restricción institucional y económica que mandaría la economía a una severa contracción económica ya en curso desde el último trimestre del 2013.
Ramirez ahora a cargo de la política económica, el jeque de los petrodólares venezolanos, comienza su malabarismo político, con el coro de Maduro contra el dólar paralelo, culpable de todo. La guerra económica del gobierno contra la empresa privada tendría ese trasfondo financiero. En realidad y lo acotábamos en esos días, la cacería del dólar paralelo era una excusa para que el nuevo aprendiz de brujo, con Giordani y Merentes relegados en la sombra, volviera a devaluar con la creación, de lo que sería su tercer fiasco, el SICAD II.
Afirmamos en esos días que la cacería del paralelo era para público de galería, dado que es sabido que PDVSA – suponemos que con la autorización de Ramirez- alimentaba el mercado paralelo y que cuando esos petrodólares no entraban al paralelo, la lectura era una sola: la renta petrolera estaba haciendo aguas, no producía los bolívares ni siquiera para pagar los pasivos financieros y no financieros de PDVSA. De hecho los pagos de la deuda documentada tanto de PDVSA como de la Republica se estuvieron haciendo durante 2013 raspando la olla.
Llega la hora de otra promesa de Ramirez: “convergencia cambiaria”
Como seguíamos al minuto esos flujos, adelantamos esos días del 2013 que Venezuela estaba en curso de un default, ya los mercados presentían que algo ocurría, el riesgo Venezuela era ya el más alto del mundo. Fracasados ambos esquemas CADIVI, SICAD, SECONEX no era difícil concluir que el palo en la rueda era el control de cambio, donde se crearon los incentivos para fuese servido solo con petrodólares, evitando al mismo tiempo que al mercado llegasen dólares no petroleros. Recordemos que el control de cambio fue impuesto como control político (Chávez, dixit). El Jefe CEO de la política económica, no comprendía –no aun comprende- lo que ocurría, su asesor principal, el conocido bróker de la opinión pública tampoco comprendía ese curioso fenómeno económico institucional.
Inversionista financieros venezolano, argentinos, brasileños, rusos, chinos, banqueros criollos y no criollos, tendedores de bonos venezolanos, brokers en los mercados, banca de inversión foránea, todos en coro aconsejaron a Ramirez que buscara la convergencia, pero que ni loco levantara el control de cambio porque se irían los dólares. Curioso ese lobby, porque los dólares ya los había gastado el gobierno y malgastado el CEO de PDVSA, dejando en el mercado una cuenta de pasivos no financiable e imposible de pagar! El lobby buscaba subir los precios de los bonos, con lo cual unos tenedores saldrían de esos bonos, y entraban otros, incluidos fondos del Estado, llenos también de bonos venezolanos (FONDEN).
La convergencia: otro fiasco, si no desmontan el control de cambio
Digámoslo de entrada, no habrá convergencia sino se desmonta el control de cambio. Si mantienen el control de cambio, de acuerdo al modelo de los grupos de intereses locales y extranjeros, regresaremos al sistema de dos precios, una tasa de cambio oficial y un arbitraje paralelo que duplicaría la tasa oficial. Esta tasa se encargara de calcular la paridad de poder de compra que pueda convertir la economía como un todo a un esquema de precios relativos algo más lógico. Esto traerá como consecuencia el empequeñecimiento de la economía, quizás en un 40%, si la tasa oficial la emparejan en 15 Bs por dólar, una especie de dólar petrolero para calcular el PIB en términos reales (dólares).
El ingreso o renta per cápita caería a niveles de los menores en el continente, con lo cual se develaría de inmediato el grado de empobrecimie3nto logrado en estos años, quiso la providencia que Maduro sin darse cuenta acelerara esa marcha de pobreza a niveles donde Venezuela es el único caso en América Latina, en empobrecimiento absoluto, el número de pobres ha crecido por encima al poblacional, él correrá con los costos políticos por haber dividido por dos el PIB per cápita, no se percató de eso, pero el incendió la pradera, sin darse cuenta. Los cubanos tendrán lo suyo, la subvención financiera ha comenzado a disminuir, las cuentas dicen o comen los venezolanos o los cubanos, pero no ambos.
Haber retardado las reformas, los cambios, y establecer una política económica que reduzca el déficit fiscal a una posición manejable, hace más de un ano, fue un grave error cometido por el gobierno de Maduro, pero solo en el caso de estar pensando en ejecutar un ajuste macroeconómico que le devuelva el crédito externo y le repare los flujos de caja negativos de la renta petrolera.
Convergencia? Gobierno por un bail out. Que hacer ?
Venezuela se encuentra frente a la necesidad de un bail out financiero, de una gruesa reestructuración de pasivos financieros y de un masivo proceso de privatización de activos de empresas públicas que se tragan una buena parte del gasto público y están al borde la quiebra no han quebrado ya. Ello daría viabilidad al fisco por el lado del gasto en transferencias, al mismo tiempo que evitaría la explosión hiperinflacionaria en curso. El desmontaje del control de cambio trae un incremento de las tasas de interés y una fuerte reducción del endeudamiento público interno (en bolívares).
En el campo de la economía política se requiere renovar el Estado de Derecho en economía, protegiendo estatutaria y legalmente los derechos de propiedad, ello iría dirigido a crear confianza y podría renovar la inversión de capitales extranjeros, proceso que se paró en seco en el 2004. Un programa conteniendo estas políticos, un mínimo programa, podriua detener la contracción de la economía, aligerando el peso del Estado en la economía y reduciendo la intervención, para devolver a los mercados productividad y competitividad, dos variables sin las cuales solo vendrá pobreza.
Si no se hace eso, la hiperinflación, otras maxidevaluaciones y un acelerado empobrecimiento y aislamiento del mercado internacional sería una tragedia nacional, el petróleo ya no paga las deudas y pasivos del Estado, incluida PDVSA. En esas condiciones un default sería inevitable.