¿Alguna vez has sentido que estás perdiendo la batalla del teléfono móvil con tu adolescente? A mí también me ha pasado. Pero estoy a punto de compartir una jugada genial contigo que te ayudará a ganar la batalla.
La primera vez que les dimos teléfonos móviles a nuestras hijas (entonces de 13 y 15 años) para “emergencias”, les hicimos firmar un contrato, supervisamos cada mensaje de texto y limitamos dónde y cuándo podían utilizar sus teléfonos. En menos de un año, perdimos el control de la situación.
Para empezar, está la actividad de búsqueda, las historias de Snapchat, los Vines, las publicaciones en Instagram, los mensajes en Facebook, las preguntas en Ask.fm y los comentarios en Twitter. Existe la impresionante realidad que el adolescente promedio envía entre 50 y 100 mensajes de texto al día (algunos hasta 300) y el 70% de ellos admite que oculta su comportamiento en línea de los padres.
Agrégale a esto que el 84% de los adolescentes duermen con, al lado o encima de sus teléfonos móviles, según un estudio de internet del Centro de Investigaciones Pew, y entramos en el reino de las preocupaciones de salud. Podríamos no ser capaces de observar cada movimiento de nuestros hijos, pero hay algo que sí podemos hacer. Y aquí viene la jugada genial:
Recientemente adoptamos una regla de “entregar el teléfono a la hora de acostarse” en nuestra casa, una idea que robé de un experto en crianza. Es simple y debes intentarlo. A la hora de acostarse, cuando arropas a tus hijos en la cama, ellos deben entregarte su teléfono para que lo cargues.
¿Por qué? Resulta que es una idea terrible dejar que tus hijos duerman con sus teléfonos móviles. Les quita horas de sueño, los hace sentir obligados a estar disponibles para sus amigos a toda hora durante la noche y les impide crear fronteras saludables con la tecnología.
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