Está de “anteojito” que la postergación del presunto “sacudón”, prometido para el martes de esta semana por el huésped de Miraflores, obedeció al sismo de alta intensidad en la escala política nacional que sacude al PSUV en estos momentos, tras los últimos acontecimientos que han hecho aflorar las inmensas contradicciones que internamente colocan a esa organización y al propio régimen a punto de terremoto.
Y no es que nadie estuviera pendiente del fulano sacudón por esperar algo positivo de una acción que se le pudiera llamar como tal; pues por lo que ha demostrado el “heredero del trono”, tendríamos que esperar muy sentados, medidas como la rectificación del rumbo económico que hoy paraliza la producción de los bienes y servicios que el país requiere para su supervivencia; la pacificación de una población cuyos ciudadanos se enfrentan entre sí, alimentados por el odio generado desde lo más alto del poder; la adopción de medidas de seguridad que nos devuelvan la confianza de transitar libremente por las calles, sin el temor a perder nuestras vidas y bienes; el anuncio concreto de que podamos acudir a los mercados y encontrar todos los productos que necesitamos; saber que podemos viajar en cualquier época del año, y disponer de las divisas que requerimos para hacerlo al exterior; y tantas otras cosas que podrían devolvernos la tranquilidad y la propia felicidad, donde podríamos incluir el placer de poder ver al flamante superministro del petróleo y las finanzas del país de patitas en la calle. Ese, por ahora, y que después le siguieran la fila de militares enchufados y con doble o más sueldos, en el proceso de militarización de las instituciones del Estado que hoy sufre la nación.
Pero no amigo, pare de soñar. Del sacudón solo provendrían medidas que, aunque algunas convenientes como sincerar nuestro signo monetario en relación con las divisas y la unificación cambiaria, así como el debido ajuste en el precio de la gasolina, causarían un impacto tan tremendo en la economía doméstica que, por lo tardío, inapropiado e inoportuno, podrían generar el verdadero sacudón al que todos podemos temer, independiente de nuestros signos políticos.
Comparado con ese movimiento telúrico proveniente de las entrañas de la tierra, el sacudón de Maduro dejaría una secuela que es sobre lo que, suponemos, han alertado quienes dentro del PSUV visualizan el despertar de las clases populares, hoy extremadamente pacientes, ante una realidad que la golpea con mayor énfasis.
Hoy, nuevamente, Maduro ha demostrado que lo que se hace o deje de hacer en materia de economía no es de su “exclusiva responsabilidad” como ha pretendido hacer creer; pues una cosa es lo que anuncia en sus momentos de euforia, como su predecesor, ante multitudes, cámara y micrófonos, y otra la que desde el lado contiguo del poder, sus camaradas del PSUV y de la legión cubana, ahora con la incorporación del famoso “Vinagreta”, les ordenan.
De muy recientes acontecimientos podemos obtener antecedentes de este proceder de marcha y contramarcha. En el Asamblea Nacional, por ejemplo, anunció durante su aburrido discurso de “rendición de cuenta”, su presunta decisión de mantener el dólar a 6,30, y no dejó pasar una semana para que su ministro “utiliti” anunciara la verdadera decisión del régimen, de aumentarlo; de Miraflores salió el anuncio de la separación del ministro estrella del cargo de presidente de Pdvsa, y a poco vino el espaldarazo (se dice que exigido por los chinos) de ratificarlo como hombre clave del gabinete. El más reciente, calificado por él mismo como el sacudón, apenas se convertiría en una rectificación de su disposición de salir de Ramírez y la promesa de otros cambios en su equipo para el 11 de agosto próximo.
Pero todo apunta a lo que está ocurriendo internamente en el PSUV, por lo que es fácil predecir que, lejos de lo que podría ser anunciado por Maduro en la nueva fecha escogida del próximo congreso de ese partido, fijado para el 26 al 29 de este mes, estamos seguros, es de donde provendrá el verdadero sacudón que podrá clarificar lo que todo el mundo sabe que está sucediendo dentro de la organización roja, rojita: el derrumbe es inminente.
@JJMorenoA