El 25 de julio se suspendió por orden del gobierno venezolano la cita que estaba pautada entre un grupo de banqueros de inversión con el Vice presidente para el Área Económica, Rafael Ramírez en la ciudad de Nueva York. La misma fue reprogramada para el 30 de los corrientes. Ya son conocidas las necesidades financieras de este gobierno que ahora le debe a todo el mundo y no cuenta con reservas líquidas para afrontar pagos urgentes que demandan fondos que hoy no tiene.
El menú de opciones en manos del gobierno de Venezuela es limitado y son muchas sus necesidades. Una de esas opciones es la de concurrir ante el FMI a solicitar un préstamo para fortalecer las reservas internacionales del BCV y así hacer frente a pagos inminentes. Con esos recursos se limpiaría parte de la deuda con los proveedores y se permitiría reanudar el flujo de importaciones. Ello, sin embargo, implicaría primero restaurar las relaciones hoy rotas con ese organismo multilateral, la revisión a fondo de la situación financiera del país y la posterior solicitud delos recursos. Un financiamiento con el FMI lleva consigo aceptar la condicionalidad que imponga esa entidad cuestión que luce muy difícil de ser aceptada por el gobierno en vista de que ello involucraría levantar el control de cambio y aplicar una política fiscal y monetaria significativamente restrictiva. Los créditos que otorga el FMI son a tasas muy bajas, aproximadamente 4,0% anual pero sujeto a su condicionalidad.
La posibilidad de obtener dinero fresco de China pareciera estar descartada, en la medida en que los asiáticos otorgan financiamiento principalmente para proyectos ligados a la producción de materias primas para alimentar su economía. Además los chinos son muy cautos con el uso de los fondos que prestan y por ello no parece probable que ponganplata sin que el gobierno presente un programa económico creíble y sensato.
En los últimos días se ha abierto la posibilidad que el gobierno proceda a la venta total o parcial de CITGO, la empresa petrolera propiedad de PSDVSA en Estados Unidos. Con esta operación el gobierno podría obtener fondos por un monto cercano a los US$ 10.000 millones con los cuales podría hacer frente al pago de deudas y al financiamiento a las importaciones. Ello significaría que se desprendería de un activo muy valioso para financiar la insuficiencia de divisas. Debe ser muy apremiante el flujo de caja en divisas del sector público cuando se está considerando desprenderse de un activo para pagar deudas, cuando podría arbitrar fórmulas de financiamiento más conveniente sin sacrificar las instalaciones de CITGO.
Pero la opción más plausible en las diligencias que adelanta Ramírez es la de solicitar un crédito a la banca internacional y esa es la razón de la reunión en Nueva York. Un préstamo en estas condiciones se traduciría en la emisión de un bono por parte de Gobierno o también de PDVSA con un rendimiento no inferior al 12,0% de interés anual. Esa es la tasa de interés que refleja el riesgo actual de Venezuela. Las condiciones que no impone la banca las termina cobrando en forma de tasas de interés sustancialmente elevadas, dado los temores fundados de que este gobierno se encuentra inhabilitado para adoptar una política económica sensata. El negocio de la banca es prestar y lo hace sin temblarle el pulso, cobrándole caro a quien más riesgo tiene.
Por lo pronto, seguirá el país viendo el aumento del endeudamiento y con él la hipoteca para financiar un modelo económico absolutamente inviable. Sin desmontar el control de cambios y reorientar la política fiscal y monetaria, los recursos de la nueva deuda se irán por la cañería de importaciones ficticias y otras formas de salidas de capital.