La frustración arropa a la mayoría de los chavistas al ver que el III Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, fundado por el patriarca Hugo Chávez, a 16 meses de su muerte, haya concluido el jueves sin reformas ni debates sobre la corrupción y la crisis económica nacional, pero con el control absoluto del presidente Nicolás Maduro para acallar la disidencia interna, así lo informó ABC.
LUDMILA VINOGRADOFF / CORRESPONSAL EN CARACAS
El mandatario se ha autoproclamado presidente de la organización política por considerarse el «hijo» y «heredero» de su fundador a quien coronó como «el líder eterno» al mejor estilo norcoreano. El congreso chavista se celebró en medio de escándalos como el caso del supuesto narco general Hugo Carvajal, hombre de confianza de Chávez, recibido como un héroe tras su detención en Aruba, que han derivado en que Washington haya decidido negar a los funcionarios militares y civiles venezolanos el visado para entrar a los EEUU.
Silencio de los disidentes
Maduro ha impuesto su autoridad en los seis días que ha durado la convención oficialista para sacar del juego al grupo de disidentes como los ex ministros Jorge Giordani y Héctor Navarro y montar una maquinaria que responda sin chistar a sus designios. Sólo la cúpula y algunos delegados hablaron con un discurso preparado y previamente censurado.
Su plan es silenciar toda protesta que pueda surgir con las medidas radicales que va a anunciar después del 15 de agosto como lo prometió hace dos semanas. Nadie sabe con certeza si va a unificar los tres tipos oficiales de la paridad cambiaria (6,30, 11 y 50 bolívares por dólar) mientras el cambio paralelo supera los 70 y si va a subir el precio de la gasolina, la más barata del mundo, que le cuesta al Estado una subvención de 15.000 millones de dólares al año.
División y desconcierto en el chavismo
Los chavistas de base como la Marea Socialista y otras es encuentran desconcertados con el futuro del PSUV. Muchos ya no se sienten representados con Maduro a quien ven debilitado a pesar de tener el control absoluto del partido. Es como un cascarrón que cada día se va vaciando de contenido programático.
El desencanto de la base se manifestó con la alta abstención en las primarias para elegir a los delegados del Congreso. Sólo uno de cada diez militantes fue a votar. La convocatoria no sirvió para renovar los cuadros ni la dirección central del partido, sólo para consolidar a Maduro como jefe máximo. A los disidentes califica de «izquierdistas trasnochados».
Entre tantas voces trasnochadas, Rafael Iribarren criticó el carácter clientelar del partido oficialista. Dijo que el Congreso evidenció la separación que existe entre las cúpulas chavistas y el país. «Es un problema de fondo que se va a profundizar e intensificar en adelante. Maduro está con la derecha del chavismo. Ahora tenemos un PSUV cada vez menos chavista y unos chavismos cada vez menos psuvistas».